Las enfermedades respiratorias son uno de los problemas más frecuentes que se presentan en las explotaciones avícolas ya que ocasionan grandes pérdidas económicas.
El sistema respiratorio de las aves es la principal puerta de ingreso para las enfermedades, y la invasión del aparato respiratorio por parte de agentes patógenos, así como las condiciones inadecuadas de los galpones, afectan la salud y desempeño de los lotes.
Temperaturas incorrectas, polvo, humedad, exceso de amoniaco, y poca ventilación, asociados a microorganismos, también ocasionan un complejo cuadro respiratorio. Estas son condiciones o síndromes en que los múltiples agentes patológicos se presentan para lesionar el aparato respiratorio.
“Patologías como el Newcastle pueden eliminar el 50% de nuestras aves, de un día a otro, si no han sido sometidas a una adecuada vacunación”, advirtió Danilo Llamuca, especialista en avicultura y representante de la empresa Bioalimentar.
El experto precisó que también hay otras manifestaciones como la Laringotraqueitis Infecciosa que en 2012 registró entre un 30 y 40% de mortalidad en los galpones. Además, disminuyen los parámetros productivos, y los tratamientos para detener su avance son costosos. En el caso de broiler no alcanzan el peso deseado y las producciones de huevo descienden notablemente.
La bronquitis, a más de afectar el sistema respiratorio, afecta el sistema reproductivo generando problemas de mortalidad en broiler y ponedoras; la calidad del huevo disminuye y es difícil de combatirla.
El síndrome de la Cabeza Hinchada y la Viruela Aviar también causan altas pérdidas económicas. El 100% de los diagnósticos está relacionado con la Escherichia Coli, catalogada como de “alta patogenicidad”.
Para el caso de broiler, el experto indicó que las vacunas deben ser colocadas en la incubadora, cuando los pollitos están naciendo. Para ponedoras, el calendario deja abierta la posibilidad de vacunar durante todo el periodo de levante. Para la enfermedad de Gumboro se debe inocular por tres ocasiones, hasta los 28 días de edad.
Para el Síndrome de Cabeza Hinchada se requiere cuatro vacunas vivas o emulsionadas, mientras que para la salmonella, entre las semanas 9 y 11. Así las aves pueden estar protegidas contra cualquier tipo de enfermedad.
Tipos de vacunas
Vacunas vivas: la desventaja de las vacunas vivas es que provocan reacciones postvacunales como corta protección, o respuesta inmune irregular.
Vacunas inactivadas: son preparadas con organismos vivos y con partículas virales y potencializa la reacción inmunológica, otorga larga protección, no se produce diseminación, inmunidad uniforme, y estimula a los anticuerpos circulantes.
Vacunas recombinantes: son vacunas multivalentes con inserción de múltiples genes de varios patógenos en una sola vacuna, no produce transmisión de microorganismos.
Controles preventivos con antibióticos
Para el caso de broiler se aplica un control antibiótico entre hasta el quinto día de edad, y de 18 a 21 días para contrarrestar microplasmas. En ponedoras se aplica cada cuatro semanas. Estos son elementos que se suman al programa sanitario.
Llamuca aclaró que el empleo continuo de antibióticos también perjudica el equilibrio de la microbiota, y estimula el desarrollo de Coli altamente patógena provocando enfermedades respiratorias y digestivas.
En las granjas no se recomienda colocar desinfectantes durante la etapa de levante. El especialista alertó que el empleo continuo de desinfectantes puede afectar el aparato mucociliar y eliminar las células de las vías respiratorias superiores.
Sugirió que un sistema inmune sano se logra mediante la implementación de buenas prácticas de bioseguridad, y un programa de vacunación eficiente. “La vacuna no es la solución donde no existe una buena bioseguridad, ni un buen manejo en galpones”, acotó.
Se requiere que la vacunación se realice cuando los niveles de anticuerpos maternos se reduzcan.