En 2020, según la FAO, 260 millones de personas padecieron inseguridad alimentaria moderada o grave en América Latina y El Caribe. En este contexto es importante la producción avícola para enfrentar estos problemas.
Generar proteína animal en condiciones sanitarias favorables (estar libres de enfermedades avícolas, como la Influenza Aviar, Newcastle, etc.), permite que haya la suficiente producción para abastecer los mercados.
Por ejemplo, la producción de huevo -si se compara con otras proteínas de origen animal como carne de pollo, cerdo o bovino- ha sido continua e ininterrumpida, aunque hay inconvenientes en algunas plantas de faena por la presencia de la Covid-19, así como la situación de los países con porcentajes importantes de comercialización de aves vivas que fueron afectados seriamente por el aislamiento social obligatorio, sumada la menor capacidad adquisitiva de los consumidores.
Si a las condiciones sanitarias favorables sumamos equipo para el manejo del ambiente y líneas genéticas, que parecen no tener techo, el límite de crecimiento del sector dependerá de las posibilidades de inversiones, el mercado de las materias primas y el mercado consumidor.
También hay que atender la tendencia de los consumidores locales e internacionales, que cada vez tienen exigencias mayores como el etiquetado, bienestar animal y empleo de antibióticos.
Latinoamérica puede aportar al consumo de proteína animal en general y especialmente al consumo de proteína avícola por las ventajas competitivas que posee, pero hay que cuidar la situación sanitaria casi de privilegio que tenemos. Se estima que el continente produce el 7,5% del consumo mundial de estos alimentos, y hasta 2025 podría llegar a 9,4%.
Hay oportunidad para seguir creciendo debido a los factores que son favorables en la región, además de que el sector avícola contamina menos el suelo y el agua, en comparación con otras explotaciones animales productoras de alimentos.
Hay límites de consumo de proteínas al compartir el mercado con otras ofertas, pero por la relación con costos y medio ambiente, la avicultura es la que debiera crecer más. Solo la actividad ictícola puede competir con la actividad avícola, por lo que será determinante el empleo de los recursos que se tenga y la ayuda crediticia que se pueda lograr.
Hay exigencias que están casi en el límite con lo que es una Obstrucción Técnica al Comercio –OTC-, pero todo está orientado al ser humano. Todas las áreas rurales en el mundo se pueden ver beneficiadas por este tipo de producciones, para cubrir la necesidad social de emplear mano de obra calificada.
Desde la actividad avícola tenemos que ser positivos al mirar el futuro, por nuestras posibilidades frente a mercados cada vez más exigentes y con mayor capacidad adquisitiva.
- Empresario avícola con gran experiencia en docencia e investigación, asesoramiento avícola en sanidad y producción.
- Médico Veterinario por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA).
- Desarrolló la actividad gremial empresarial entre 1973 y 2017.
- Estuvo vinculado a CAPIA como vicepresidente, director, miembro del Comité Científico y delegado ante la Asociación Latinoamericana de Avicultura (ALA), siendo su Directivo Ejecutivo entre 2001 y 2017.
- Fue Observador por ALA al Codex Alimentarius y Coordinador del Comité Interamericano de Sanidad Avícola –CISA.
- Actualmente es Codirector de las Jornadas Avícolas, medio informativo internacional con sede en Argentina.