Daniel Acevedo Trujillo
- Médico veterinario por la Universidad de La Salle de Bogotá.
- Magíster de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
- Diplomados en mercadeo y dirección de empresas del sector agropecuario.
- Veintiún años dedicados a la consultoría en nutrición animal.
- Actual gerente de Ecuadpremex S.A.
- Desarrolla técnicamente la producción de pollo de engorde.
Los productores agropecuarios y particularmente los avicultores, no debemos caer en la trampa de buscar culpables en el seno de un mercado imperfecto, sin analizar las variables que realmente podemos y debemos controlar en las explotaciones que generan proteína de origen animal.
Aunque el término y el concepto de eficiencia están muy trillados, considero que estos no han sido desarrollados en forma metodológica, disciplinada, sistemática y consistente, de tal manera que hoy seguimos prácticamente -como hace 20 años- con los mismos problemas de productividad y altos costos de producción.
Si revisamos el comportamiento de los precios de los productos primarios en el mercado, se observa que efectivamente presentan volatilidad, pero en perspectiva y frente al crecimiento económico del país, presenta un descenso. Esto ocurre por la concentración de la producción en menos actores, con economías de escala y porque aumenta la oferta más rápidamente que la demanda.
Frente a esto, la pregunta es ¿qué hacer?
En mi opinión, quienes aspiramos a vivir, (no a sobrevivir) de esta actividad económica, debemos buscar la conformación de un gremio con objetivos mucho más elevados que el de hacer lobby ante el Gobierno de turno, o emitir comunicados cuando los precios están bajos.
Dicho gremio debe tener como objetivos mandatorios, por ejemplo:
- Regular la producción desde su origen con base a la información del mercado, esto sin atentar contra el derecho a la libre empresa; más bien a través de restricciones consensuadas de crecimiento.
- Promover, capacitar y facilitar la actualización tecnológica de los productores agremiados para asegurar una competencia más justa y equilibrada.
- Establecer convenios con entidades crediticias para que se diseñen productos financieros específicos para el sector avícola y garantizar a los avicultores el acceso a estos.
- Adelantar y generar espacios para construir una plataforma comercial con miras a la exportación de productos con valor agregado.
- Intervenir en la cadena de comercialización de los productos finales y materias primas, para que se genere un equilibrio entre costos y utilidades.
- Garantizar que los productos lleguen con la calidad adecuada y al precio justo a los consumidores.
Sin duda, una entidad gremial puede tener muchas más actividades u objetivos, pero si se logran avances claros en estos pilares, con seguridad el beneficio no se hará esperar.
Lo que mayormente afecta es la inestabilidad, esa montaña rusa en la que se ha convertido esta industria, donde unas veces se gana mucho y otras veces se pierde demasiado. Al final, el balance es negativo para la industria y para toda la cadena.
Como latinoamericanos, no estamos muy acostumbrados a ahorrar durante la bonanza y pagar a proveedores. Así pues, trabajamos con una cadena que cada vez se viste de más desconfianza y selecciona su apuesta con demasiadas restricciones.
Los productores, proveedores y clientes necesitamos desesperadamente de un ambiente de mayor confianza, cooperación y solidaridad para asegurar el crecimiento y el bienestar económico de las familias. Esta, como ninguna otra actividad, es familiar y emplea mucha mano de obra directa e indirecta, lo que la hace muy importante para la economía del país; es por eso que se la debe organizar, regular y estimular.
Este es mi criterio que tiene como soporte claros ejemplos de lo que he visto a lo largo de 27 años de actividad profesional en este campo y en varios países.
Desde que estoy en Ecuador, debo decir que me ha impresionado el individualismo y la falta de sentido gremial de los productores que, en muchos casos, solo piensan en cómo salir vencedores de una situación puntual de mercado, sin detenerse a pensar en el futuro de la industria y en que todos merecemos vivir de ella, pero dignamente.