Rubén Flores es el segundo ministro de esta cartera de Estado en el gobierno del presidente Lenín Moreno Garcés. Flores, quien desde mediados de octubre ocupa el cargo de ministro de Agricultura y Ganadería, es también presidente del Directorio de BanEcuador.
Desde esos espacios busca la transformación del agro ecuatoriano, fundamentada en la prestación de servicios financieros (créditos y seguro agrícola) y servicios no financieros (legalización de tierras, asistencia técnica, riego, mecanización, entrega de kits e insumos, acceso a mercados y asociatividad), componentes de la propuesta gubernamental de la Gran Minga Agropecuaria.
Flores es un conocedor del sector agropecuario del país, ya que está vinculado al ámbito de la agroproducción desde hace más de 30 años. Considera que las acciones que se efectúen son para pagar la deuda que históricamente tienen los gobiernos con el sector agropecuario del país.
Entiende la importancia estratégica de los sectores agrícola y pecuario por su aporte del 13% al PIB (Producto Interno Bruto) por lo que durante su gestión mantiene, como metodología de trabajo, reuniones con varios gremios a fin de llegar a acuerdos para establecer una hoja de ruta que mejore la productividad, reduzca costos de producción y aumente la competitividad, lo que ayudará a mejorar la producción nacional, mantener mercados, enfrentar el contrabando de productos, e incrementar los ingresos de los productores agropecuarios.
El ministro Flores destaca la importancia del crédito que otorga BanEcuador a los agricultores, así como los incentivos para motivar la asociatividad de los productores, la entrega de tierras legalizadas, la articulación con la Senescyt para que los estudiantes universitarios, próximos a graduarse, hagan sus prácticas de vinculación social realizando servicios a la agricultura familiar campesina.
Revela que en el sector agropecuario existen intereses de diversa índole como lo que sucede con la producción de maíz amarillo duro, materia prima básica para la elaboración de alimento balanceado para millones de aves y cerdos (huevos y carne), que luego serán comercializados en el mercado ecuatoriano para alimento de la población.
En lo que se refiere a la baja disponibilidad de esta materia prima que afectó al sector avícola a inicios de diciembre, Flores debió enfrentar un problema recurrente: decidir la importación de maíz amarillo duro, ya que se terminó la producción nacional y los precios comenzaban a subir, afectando los costos de producción de los avicultores. El ministro Flores señala: "En el maíz hay un problema serio de estacionalidad, y a partir de diciembre, enero y febrero no hay cosecha" e indica, que en esos meses el quintal de maíz se vende con un costo sobre el Precio Mínimo de Sustentación fijado en 14,90 dólares, llegando en algunos casos a costar entre 17 y 18 dólares.
"Los especuladores -dice- piensan valorar en enero, en 22 y 23 dólares el quintal de maíz", al referir que en estos meses, quienes tienen maíz son los comerciantes, que han almacenado el grano, aunque Flores menciona que "el tema del almacenamiento puede ser estratégico desde la gestión pública, pero también puede ser especulativo desde la gestión privada".
Flores manifiesta que existe un acuerdo ministerial que regula los procesos de comercialización, y establece que hasta el 30 de noviembre se debe definir, por la estacionalidad, si se requiere o no maíz.
"En los últimos 40 años, el Ministerio de Agricultura ha tenido cerca de 36 ministros de ciclo corto, con solo dos ministros que han durado cinco años; falta consolidar la institucionalidad. Por más que se tenga un ministro de ciclo perenne, si no hay una institucionalidad, no va a funcionar".
Frente a esta realidad, y luego de dialogar con los integrantes de Consejo Consultivo del Maíz y de la Mesa Técnica de ese producto, se tomó la decisión de autorizar la importación de 100 mil toneladas de cereales, entre los que se incluye maíz amarillo duro. A este respecto, Flores explica: "Esta operación se concreta con el análisis técnico del balance alimentario, donde se analizan producciones, exportaciones, importaciones, consumo per cápita, para establecer cuánto hace falta, tanto para el consumo doméstico de los seres humanos, como a nivel del plantel avícola. Esto hay que verlo como una cadena", expresa el Ministro.
Agrega que "si no actúo de una manera responsable como Ministerio en la política pública, puedo generar que esos avicultores paguen para dar de comer. El pollo es el maíz con patas, pues el 56% de la estructura de la libra de pollo es maíz".
Freno a la especulación
Añade que "si es que ahora el avicultor, que no tiene maíz, deja que ese proceso de acumulación de los comerciantes se consolide, habría que darles a los avicultores un maíz a 23 y 24 dólares, con lo cual desaparecerá la producción avícola".
Refiere que según el estudio de balance de oferta, se requiere 300 mil toneladas de maíz y cereales, de las que se autorizó el permiso de importación de 100 mil toneladas; un tercio de lo que pedían, lo que significa aplicar procesos de evaluación y regulación del precio frente a las aspiraciones de los especuladores de maíz.
"Evaluaremos en función de cómo reacciona el mercado y el precio para ver si se requiere o no más importaciones de maíz. Esto es parte de una discusión objetiva que tiene dos elementos. Primero: para importar la industria debe comprar todo el maíz disponible, y eso se ha cumplido; y segundo, romper con la especulación, porque los productores ahora no tienen maíz; lo tienen los comerciantes, y esa especulación debe ser manejada también de una manera objetiva".
Aclara que solo con el anuncio de que se abren las importaciones, se logró que el quintal de maíz amarillo duro se mantenga entre 16 y 17 dólares.
Afirma que "un maíz de 22 y 23 dólares no les garantiza costos eficientes para competir con la libra de carne. Me parece fundamental ser objetivos; visualizar toda la cadena para garantizar decisiones que equilibren la cadena como tal".