Jorge Páez, Presidente de la Asociación de Porcicultores del Ecuador.
Foto: Marcelo Núñez Cabrera
La Asociación de Porcicultores del Ecuador (ASPE), constituida en 1999, coordina acciones y apoya actividades relacionadas con programas sanitarios, comercio interno y externo, así como el fomento de la cadena productiva ante entidades públicas y privadas.
Al formar parte de la cadena de proteína animal, que favorece a los agricultores maiceros, requerimos del Gobierno estabilidad en el mercado, insumos a menor costo y acciones de control frente al contrabando, con el objeto de impulsar el desarrollo de la porcicultura nacional que puede abastecer el 100% de la demanda interna y proyectarse a la exportación a mediano plazo.
Una de sus preocupaciones es promover la asociatividad entre los porcicultores para el desarrollo de acciones que impulsen el sector. Los miembros de ASPE tienen una participación activa en el gremio como respuesta a la socialización que anualmente realiza el directorio sobre las actividades desarrolladas, lo que ha permitido solucionar problemas y presentar propuestas al Gobierno, así como apoyar en temas sanitarios para el crecimiento de la producción porcícola en los 10 últimos años.
En este esquema de trabajo, ASPE ha iniciado una campaña en redes sociales para incentivar el consumo de carne de cerdo, actividad que cuenta con el amplio respaldo de sus afiliados. Entre las aspiraciones de los porcicultores está la exportación de sus productos, aunque en este momento enfrenta dos restricciones: la primera, es de tipo sanitario, ya que el Ecuador aún es positivo en Peste Porcina Clásica, enfermedad que está en proceso de erradicación y que se espera desaparezca en dos o tres años (ASPE participa como operador de vacunación PPC mediante Convenio con Agrocalidad en tres provincias).
La segunda, es la falta de competitividad, por los altos costos de las materias primas (maíz y soya), mientras que Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil tienen un costo más bajo, lo que les permite a Chile y Brasil ser grandes exportadores de productos porcícolas. Además de que otros costos de producción en Ecuador también son más altos.
El sector de la porcicultura forma parte activa de la cadena del maíz amarillo (consume el 20% del maíz nacional) y apoya la política del fomento a la producción nacional del grano, pese a que paga un precio muy por encima del internacional (dependiendo del momento de la cosecha).
Desde el punto de vista del producto terminado, el 60% de la carne de cerdo disponible para el mercado procede de granjas tecnificadas; mientras que el 40% proviene de predios familiares (cerdos de traspatio), lo que refleja la importancia socio-económica de esta actividad productiva.
ASPE se ha consolidado como vocero del sector y es su interés agrupar a un mayor número de asociaciones regionales como miembros, y es sensible a las aspiraciones de la porcicultura familiar a donde hemos apoyado con la edición del Manual de Buenas Prácticas Porcícolas, que es un proceso que debe definirse por parte del MAG para mejorar el estatus sanitario, mejorar prácticas ambientales y obtener mejores índices productivos.
Ecuador debe mejorar la infraestructura de los centros de faenamiento o camales, para garantizar un mejor proceso de la carne que es apetecida por su calidad y sabor.
Nuestro país es eficiente, desde el punto de vista de índices productivos, pues su rendimiento promedio en kilos, está muy cerca de los que llegan Brasil, Colombia o Chile; sin embargo, le falta competitividad en cuanto a precios de venta de la carne.
En lo relacionado a las negociaciones comerciales, hemos pedido al sector público considerar que si permite la importación de carne de cerdo, de igual forma, debería autorizar la introducción de maíz extranjero, porque de lo contrario el sector se quedaría entre "la espada y la pared" por el alto costo de las materias primas y, por otro, la competencia desigual con el ingreso de carne de cerdo, a bajo precio al mercado ecuatoriano.
Para evitar esta situación, ASPE ha presentado a las autoridades una propuesta que considere la sensibilidad del sector porcícola ya que se requiere que las políticas nacionales consideren a todos los actores de la cadena (balanceadores, maiceros, porcicultores, industriales, embutidores, comercializadores), así como la estructuración de reglas claras de competitividad.
En lo nutritivo, la carne de cerdo es rica en proteínas y sustancias esenciales para la formación de los tejidos del organismo, razón por la que el consumo per cápita actual de carne de cerdo que es de 11 kg/persona/año lo que puede y debe aumentarse.