Los precios elevados del maíz duro, de la soya, del trigo y el aceite, principales ingredientes para la elaboración de alimento balanceado, preocupa a los fabricantes, especialmente al gremio de productores dedicados a esta actividad.
La producción nacional de maíz duro no abastece la demanda de la industria; por otra parte, los cultivos de soya y trigo son marginales. Dentro de este contexto la situación se agrava por los efectos de la pandemia y porque nadie respeta el precio mínimo de sustentación que fija el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
Wilson Hidalgo, gerente de la Asociación Ecuatoriana de Fabricantes de Alimentos Balanceados para Animales (AFABA), realizó un análisis sobre las condiciones críticas en las que se desarrolla este comercio. “Nuestro objetivo principal es velar por el abastecimiento de la materia prima nacional e internacional, en volúmenes adecuados y a precios competitivos”.
La mayor parte de la materia prima que se emplea para la producción de balanceado se importa. En 2021, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Agricultura y Ganadería, autorizó la importación de 80 mil toneladas métricas de maíz amarillo duro para todo el sector, de las cuales la asignación otorgada a AFABA, apenas alcanzó para quince días de producción y no hubo la oportunidad para reemplazar con trigo las 50 mil toneladas métricas que se requerían.
Ante esta situación Aprobal, ASPE, Conave y AFABA (que producen alimento balanceado para generar proteína de origen animal) con argumentos irrefutables, demostraron a las autoridades del MAG que el déficit de maíz amarillo duro es de 250 mil toneladas métricas.
Para ese año, el precio del maíz nacional fue alto en el país; se vendía entre 19 y 20 dólares cada quintal, mientras que el precio mínimo de sustentación quedó en 14,60 dólares.
Aunque al inicio de la cosecha se mantuvo el precio, éste, nuevamente subió en el transcurso de los siguientes meses. Para el presente año el precio mínimo de sustentación es de 15,57 dólares el quintal con 13% de humedad y 1% de impurezas, mientras que el precio ahora es muy cercano a los 25 dólares por cada quintal.
Según Hidalgo, esta inestabilidad de precios obedece a que el MAG no autoriza el volumen adecuado de importación. “Los gremios demostramos con saciedad al MAG que el déficit actual supera las 250 mil toneladas métricas, pero solo se autorizó la compra de 80 mil toneladas”.
Frente a esta respuesta y a través de nuevas gestiones se consiguió la autorización para importar otras 21 mil toneladas. Sin embargo, la falta de decisiones inmediatas incidió en el precio y en la logística, pues el grano demoró más tiempo en llegar al país”.
Con el trigo, la situación es similar. En el país no existe producción y se debe importar a precios elevados. A la fecha, la tonelada supera los 500 dólares.
Igual sucede con la soya. En octubre del año pasado, en los mercados extranjeros se cotizaba en alrededor de 400 dólares la tonelada métrica y a inicios de abril superó los 500 dólares; y sigue subiendo el costo. Al no ser competitiva la producción de esta oleaginosa es deficitaria (apenas se producen alrededor de 35 mil toneladas de grano), además de que es limitada la capacidad de procesamiento en las plantas encargadas de obtener la pasta de soya.
Debido a los precios altos, las importaciones empezaron a descender y, por ende, los productores de alimento balanceado no disponen de la suficiente materia prima para producir alimento para los sectores avícola y camaronero.
A los precios elevados de la materia prima se añade el valor de los fletes, que se duplicaron y triplicaron por el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, las sequías, las inundaciones y los huracanes, en diferentes partes del mundo.
“Las perspectivas son inciertas para los siguientes meses. Tenemos un panorama sombrío”, añadió Hidalgo que además recomendó “que la industria debe tener un piso y un techo para controlar la situación, así como buscar soluciones idóneas para afrontar las crisis. Lamentablemente, en Ecuador no existe una reserva de granos como sucede en otros países como China. Tampoco tenemos una política adecuada para la producción agrícola”.
Si no se operan urgentes cambios y no se encuentra un mecanismo adecuado, los altos precios seguirán subiendo, lo cual no ayuda. Es indispensable la unión de todo el sector, que se realicen convenios, se busquen créditos, u otras alternativas válidas frente a esta situación calamitosa del sector.
Los agricultores de EE.UU. planean reducir sus siembras de maíz y trigo durante este año, a pesar que la demanda de ambos granos aumentó tras la invasión de Rusia a Ucrania; sin embargo, los productores estiman que sembrarán la mayor superficie de soya (soja), se indicó en una publicación del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), ya que los altos costos de los insumos asociados con el cultivo de maíz y trigo hicieron que la semilla oleaginosa sea más atractiva.