El alimento que consuma el ave será determinante para la calidad del huevo. Esa es la afirmación que hace Santiago González, de Avihol, encargado del área donde se formulan las dietas que se emplearán en el sector avícola.
"Si una gallina se alimenta de hierba o gusanos del piso, se demorará más tiempo en poner huevos", refiere, con lo que marca una diferencia entre las aves de granjas avícolas y las aves de traspatio que pueden convivir en la casa familiar.
González explica que la gallina, encargada de constituir el huevo que se forma en promedio de aproximadamente 27 horas, al igual que cualquier especie animal con características femeninas, tiene su ciclo ovulativo para ese propósito. No se necesita la presencia de un gallo -indica el experto- quien agrega que la glándula pituitaria se activa cuando la gallina llega a su madurez sexual.
En el segmento industrial, dice González, a la alimentación se le agrega un componente vitamínico, aminoácidos de origen natural para que la dieta -que consta de maíz, trigo, soya- tenga un equilibrio y la capacidad de que las hormonas y la glándula pituitaria, traslade la información a los ovarios para la conformación de la célula (huevo). De allí viene el proceso hasta el endurecimiento de la cáscara y la posterior salida del huevo.
En la salida del huevo intervienen, nervios, músculos y sistema óseo, así como la dieta; es decir, los niveles nutricionales. Si no se calibra adecuadamente la vitamina E con el selenio, automáticamente se producen prolapsos fisiológicos y una variedad de efectos perjudiciales para el ave y la granja.
Añade que cuando el ave está aprendiendo a soltar el huevo, el avicultor puede encontrar un cierto número de aves que comienza a prolapsarse fisiológicamente (cuando pone el huevo, los músculos pélvicos hacen el ejercicio de una dilatación, y una salida y un retorno a su normalidad) con efectos ocasionados por el consumo de dietas que no están bien calibradas, lo que se convertirá en un problema porque la gallina no tendrá la capacidad de poner huevos, y corre el riesgo de morir.
Por eso, refiere que para evitar esos problemas, el proceso debe ir de acuerdo con un flujograma, donde las áreas de veterinaria y de nutrición envíen la formulación de las dietas según las necesidades de cada granja.
"Deben enviar una hoja de producción y a través de los pesos, los formuladores elaboran lo que se necesitan. Con esto sí se logra una personalización para atacar cada inconveniente que tiene la granja", manifiesta el experto.