J. Isidro Molfese (MV)
Sanidad y Producción Avícola
De origen natural, sin conservantes ni aditivos, el huevo es un alimento protector contra enfermedades como desnutrición y malnutrición y también disminuye el riesgo de padecer problemas crónicos futuros.
Es un alimento práctico, altamente nutritivo y económico, ideal para incluir en la dieta diaria. Su aporte en nuestras recetas de cocina, tiene efectos beneficiosos en todas las etapas de nuestra vida.
Efectos en la embarazada: Uno o dos huevos consumidos diariamente, cubren las necesidades de proteínas, garantizan el 50% de la vitamina A recomendada y aportan la misma cantidad de hierro que una hamburguesa de 100 gramos. Además, el huevo es poco calórico (170 kilocalorías por 100 gramos), lo que ayuda a no engordar en exceso.
Efectos en el futuro BB: Las proteínas que contiene son tan completas, equilibradas y aportan todos los aminoácidos esenciales para la correcta síntesis de los tejidos en formación. Su alto contenido en hierro es esencial para la fabricación de glóbulos rojos y para la oxigenación del cerebro. Las vitaminas A y D, muy presentes en el huevo, ayudan al crecimiento y a la fabricación de tejido óseo del futuro bebé.
Efectos en los niños: El huevo no debe faltar en la dieta habitual de los más pequeños, desde los 10 meses de edad. Un huevo alimenta lo mismo que un filete de carne o que un vaso de leche. Contiene proteínas de alto valor biológico, vitaminas A, E, D y del grupo B y minerales como fósforo, selenio, hierro, yodo y zinc. También aporta folatos, pequeñas cantidades de ácido graso Omega 3 y solo aproximadamente 80 calorías por unidad.
Es la principal fuente de colina, nutriente que favorece el desarrollo del cerebro, un motivo por el que tampoco embarazadas y madres lactantes, deben privarse de este alimento. Se aconseja introducir el huevo en la dieta a partir de los 10 meses de edad y viendo por posible reacción, la forma de iniciar a tu hijo en este nuevo alimento debe ser pausada. También se recomiendan a partir de los 6 meses, por el hierro que aportan.
Recordemos que la carencia nutricional más extendida en los lactantes, es la ferropenia.
Comience añadiendo un cuarto de yema cocida en su puré del mediodía y en la semana siguiente añada otro cuarto; así hasta que en un mes llegue a comer la yema entera. Posteriormente haga lo mismo con la clara. De este modo, cuando su hijo cumpla un año habrá incorporado el huevo entero en su dieta habitual. A partir de entonces puede darle dos o tres a la semana, hasta que sus necesidades nutricionales sean mayores. Recuerde que no debiera comerlo frito antes de los tres años.