La cobertura del suelo con plástico acolchado garantiza una producción más eficiente, y genera un ahorro de hasta un 50% en el control de malezas e insectos.
La película de plástico de baja densidad, producida por la fábrica israelita POLIVIT (Industria de Polietileno para la Agricultura), contribuye a una producción más eficiente, además de que ayuda controlar malezas y otros cultivos invasivos.
Diego Álvarez del Hierro, gerente general de MASAGRO, explicó que una vez colocada la película de plástico en el suelo se produce una evaporación normal y el agua se condensa en la película y vuelve a caer al suelo, pero a una altura en la que realmente la planta sí puede absorber el líquido. En ese momento se produce un riego extra en lugares donde el bulbo del riego por goteo no alcanza a suministrar.
Además, los nutrientes y el nitrógeno que se colocan a la planta son volátiles y cuando el gas producido por el nitrógeno choca con la película de plástico, que tiene una lámina de agua en proceso de goteo, detiene la fuga de nitrógeno. Esto disminuye la cantidad de vapor en la fertilización cuando se utiliza plástico acolchado.
Álvarez explicó que la colocación de una película de plástico acolchado en la zona del sembrío actúa sobre algunos insectos, como el trips (de la familia de los tisanópteros), evitando que el insecto vuele y deteniendo el proceso de colocación de huevos en la planta, por ejemplo, en la pitahaya.
En el caso de malezas como la ciperácea, es catalogada como una planta muy fuerte que no puede ser detenida con herbicidas y actúa sobre hojas anchas y herbáceas. “Es la maleza más despiadada que tenemos en la agricultura”, afirmó Álvarez.
Agregó que tras identificar que se trata de una planta que cuanto más sol recibe, más afecta al cultivo y consume el agua, el fertilizante y baja las condiciones adecuadas del cultivo. En este caso hace falta aplicar labores manuales de fumigación.
Adecuado uso y beneficios
Para una adecuada utilización de la lámina acolchada el suelo no debe contener objetos extraños como palos o piedras, y el cultivo debe permitir anclar el plástico en los costados para que el viento no lo levante.
Sin embargo, también dependerá del cultivo. Por ejemplo, la fresa y la frutilla necesitan indefectiblemente del plástico acolchado, porque la fruta está en el suelo, pero cuando se coloca la lámina, el producto final permanece sobre el acolchado y no encima el suelo, y así se mantiene en condiciones adecuadas para el consumo humano.
El cultivo de aguacate, cacao o frutas cítricas también requiere emplear esta tecnología que elimina casi en su totalidad las actividades culturales de manejo de malezas. En este caso se debe observar y verificar la instalación del riego por goteo.
También impide el ingreso de rayos solares a la zona que se busca proteger evitando que las malezas y otros cultivos, eventualmente invasivos, realicen la fotosíntesis y por lo tanto se propaguen.
Empleo según el suelo
Como ocurre en los invernaderos, al utilizar plástico acolchado, el control de la temperatura es muy importante, y por eso se recomienda el empleo de diferentes tipos de plástico.
Por ejemplo, en la Península de Santa Elena las temperaturas llegan hasta los 45 grados centígrados, lo que afecta al cultivo. Para bajar la temperatura a nivel de la raíz de la planta se debe trabajar con plásticos blancos, lo que ayuda para que la temperatura no baje demasiado durante la noche.
Cuando el material plástico es colocado en cultivos que se realizan en la arena -que generalmente presenta mayor evaporación y lixiviación- se pierde menos agua y nutrientes. Esto es eficaz para el cultivo porque el agricultor puede bajar la dosis de fertilizantes que representan altos precios en el mercado.
En cambio, los suelos arcillosos retienen la humedad y cuando se coloca una capa de acolchado plástico, esta humedad ofrece una buena respuesta con el riego, y facilita el drenaje de la arcilla de mejor forma.
Beneficio según cultivo
La relación costo beneficio dependerá si se cultiva en la Costa que tiene mayor incidencia de malezas. Allí se podría afirmar que el ahorro en costo de la mano de obra, para el control de malezas podría superar el 50%.
En el caso de la pitahaya, el costo para la limpieza de la maleza está sobre los tres mil dólares anuales frente al costo de implementación de acolchado que está entre un mil y un mil 200 dólares por hectárea, en la Costa, con la salvedad de que el plástico puede reutilizarse hasta tres años.
Álvarez dijo que se debe tomar en cuenta que la aplicación de herbicidas afecta el cultivo y las plantas quedan ligeramente susceptibles. Por ejemplo, en el caso del cacao se deben hacer aplicaciones con el glifosato, pero la planta puede morir con una dosis alta de este químico. Sin herbicidas las plantas crecen mucho mejor y las malezas no consumen el fertilizante.
Con respecto al nivel de empleo de esta tecnología en nuestros cultivos, Álvarez del Hierro, menciona que se registra porcentajes por debajo del 5%; es decir, de cada 100 agricultores solo cinco utilizan el acolchado plástico.
Si bien esta tecnología, que emplea plástico podría afectar al ambiente, también se ha observado que el plástico acolchado puede ser reciclado. “Ecológicamente no es tan bueno, pero económicamente es excelente y además es conveniente para la salud del consumidor que se puede sentir seguro que el cultivo no tuvo contacto con insectos, suelo, malezas y hongos”, refirió Álvarez.