La relación que existe entre los determinantes genéticos de la cefalosporinas y fosfomicina, y los hallazgos de co-resistencia en bacterias como Escherichia Coli en avicultura y en humanos, fue la base del estudio desarrollado por el Centro de Referencia Nacional de Resistencia a los Antimicrobianos (CRN/RAM) del Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (INSPI) y la Unidad de Investigación de Enfermedades Transmitidas por Alimentos y Resistencias a los Antimicrobianos (UNIETAR) de la Universidad Central del Ecuador.
El estudio tomó alrededor de dos años y fue financiado por el Programa Especial de Investigación y Capacitación en Enfermedades Tropicales (TDR) de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo Fernando Villavicencio, responsable del Centro de Referencia Nacional de Resistencia a los Antimicrobianos.
La fosfomicina tiene una alta importancia como un antibiótico de amplio espectro y se emplea especialmente para el tratamiento de infecciones del tracto urinario y como medida emergente para combatir múltiples bacterias resistentes.
El estudio realizado por especialistas de ambas instituciones, y estudios previos efectuados por el mismo grupo colaborativo, sugieren que el uso de distintos tipos de antibióticos en el área agro-alimentaria y de producción pecuaria es alarmante por los estragos que sufre la parte humana a lo largo de toda la cadena.
En la muestra se evaluó la resistencia a la fosfomicina y a cefalosporinas. Para el tamizaje se utilizaron distintas técnicas convencionales, automatizadas y pruebas de referencia, además de pruebas de conjugación para saber si esos mecanismos de resistencia a la fosfomicina pueden ser trasladadas de una bacteria a otra, y metodologías más especializadas en biología molecular que permite una detección más específica y una amplia caracterización de los determinantes genéticos presentes en estas bacterias.
Resultados de la investigación
Como resultado de todo el proyecto y del total de aislados estudiados, el 47,6% (componente avícola), 46.2% (componente de alimentos) y 19.2% (componente humano) fueron resistentes a fosfomicina y C3G de tercera generación. Asimismo, tras realizar el análisis genético se observó genotipos bacterianos muy similares.
Villavicencio explicó que estos mecanismos de resistencia pueden estar relacionados a varias causales, como el mal uso de los antimicrobianos. Se trata de genes de resistencia que pueden estar también asociados a la parte agroindustrial y pecuaria, sea en su producción o al emplearlo como un terapéutico animal.
Con estos estudios, el CRN RAM de INSPI y UNIETAR, de la Universidad Central, buscan incidir en la autoridad sanitaria competente para guiar su normativa en el control del empleo de los antimicrobianos y r salvaguardar el empleo de los antibióticos.
Villavicencio recordó que los antibióticos necesitan de un control normado de su empleo, por lo que en las unidades de salud se debe fomentar el enfoque a una receta médica obligatoria con una dosis terapéutica adecuada.
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