Fernando Carrasquer, veterinario global de H&N, compartió en su reciente visita al país una serie de recomendaciones sobre bioseguridad en granjas avícolas. Según Carrasquer, la bioseguridad debe ser un pilar en la cultura empresarial, involucrando a todos los trabajadores, especialmente aquellos en contacto directo con las aves.
“La bioseguridad no depende solo del veterinario o el director; su efectividad recae en cada trabajador, particularmente los galponeros”, destacó.
Estas acciones van más allá de la simple implementación de reglas; requieren un esfuerzo constante para adaptarse y garantizar que todo el personal las comprenda y aplique. Entre las medidas de bioseguridad indispensables en una granja avícola, Carrasquer destacó:
Aislamiento: evitar el contacto entre agentes infecciosos y los animales, mediante barreras sanitarias y controles estrictos en el acceso a las instalaciones.
Control de plagas: el manejo de roedores, aves e insectos es crucial para prevenir enfermedades como la influenza aviar.
Manejo de agua y alimento: ambos deben ser seguros y de acceso continuo.
Gestión de residuos: implementar medidas para el manejo adecuado de gallinaza, aves fallecidas y, en general, desechos de la granja, evitando la propagación de patógenos.
Limpieza y desinfección: mantener protocolos de limpieza para prevenir la transmisión de enfermedades de un lote a otro.
Capacitación al personal: si ellos no saben la importancia de ducharse, por ejemplo, lo harán la mayoría de los días, pero si un día hace mucho frío no se ducharán.
Para que el personal adopte estas prácticas, debe contar con información adecuada, convencimiento de la importancia de la bioseguridad no solo para la empresa sino también para ellos mismos, y facilidad en la implementación. Esto último se refiere a la simplicidad de las reglas para que los trabajadores las sigan incluso en momentos de estrés.
CONTROL DE VISITANTES Y EQUIPO
Carrasquer señaló que solo deben permitirse aquellas visitas absolutamente necesarias. Los visitantes deben cumplir protocolos estrictos, como dejar vehículos y objetos personales fuera de las áreas de bioseguridad, y utilizar equipos desinfectados. “Las bacterias no distinguen entre veterinarios y visitantes”, subrayó.