Natalia Soares abordó la necesidad de evaluar permanentemente, no solo las materias primas, sino todo el proceso productivo, a fin de brindar un pienso de la mejor calidad posible, sin dejar de lado la rentabilidad.
La enzima es una herramienta que está disponible para garantizar una producción óptima, lo cual no significa necesariamente que sea la más barata. Se debe contar con una estrategia de principio a fin y esto implica interrogantes como ¿cuál es mi objetivo?, ¿qué tipo de enzima necesito?, ¿cómo voy a trabajar?, ¿voy a formularla a bajo costo o la utilizo on top para garantizar que todo me va bien?, y de acuerdo con todas estas variables se toman las decisiones.
Soares explicó que la elección y combinación adecuada de enzimas permite ajustar la formulación del pienso en función de las materias primas disponibles y sus costos. Esto es especialmente relevante en contextos de crisis, como el actual aumento de precios del maíz, que en otras alternativas.
Soares destaca la importancia de elegir adecuadamente las enzimas a utilizar; por ejemplo, si el costo del maíz es demasiado alto y el productor decide apostar por un mayor porcentaje de trigo en la formulación, deberá tomar en cuenta que requerirá una enzima distinta.
Según Soares, el objetivo de usar enzimas es asegurar un balance entre costo-beneficio, lo cual impacta económicamente pero, sobre todo, en la salud animal y la sostenibilidad.
“La producción óptima no siempre es la más barata, sino aquella que maximiza el costo-beneficio”, afirmó. Las enzimas como carbohidrasas y fitasas permiten liberar nutrientes de las fibras y proteínas, aumentando la eficiencia alimentaria.
La estrategia enzimática también se aplica a nuevas materias primas como el DDGS (granos de destilería secos con solubles), cuya calidad debe evaluarse antes de decidir la dosificación de las enzimas.
Soares resaltó que el éxito en la nutrición animal depende de conocer bien las materias primas y adaptar las enzimas según el contexto y las necesidades de la empresa.