Jéssica Duchicela, docente investigadora de la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE), estudia las mejores condiciones en las cuales funciona la simbiosis entre plantas y hongos, llamada micorriza para otorgar a las plantas la mejor protección.
“Para ello necesitamos una selección, un estudio adecuado de las poblaciones del suelo, de las prácticas agrícolas que pueden potenciar el accionar de las poblaciones nativas del suelo y, también, estudiar la planta que genere mejores condiciones a estas comunidades y si realmente requiere inoculación; evaluar cuidadosamente las necesidades de inoculación del sitio y los riesgos al utilizar inóculos no nativos”.
Es preferible emplear inóculos locales, advierte Duchicela, sin embargo, si se van a emplear inóculos no nativos, el agricultor debe informarse adecuadamente y consultar a su proveedor sobre características específicas, formas de aplicación, beneficios, riesgos, si ya se ha probado antes, y en general, solventar todas sus inquietudes.
Duchicela señala que “en condiciones extremas del ecosistema, donde no hay poblaciones nativas o están totalmente disminuidas, la micorrización podría ser una opción para dar a la planta más ventajas en la obtención de agua, nutrientes, mejorar la calidad del suelo, mayor protección contra patógenos, resistencia al estrés hídrico, por ejemplo”.
En términos de productividad, “una planta bien nutrida puede producir mejor y responder eficazmente al estrés, sea por enfermedades o estrés hídrico. Eso le va a permitir a la planta ser más resistente frente a los factores abióticos”.
Investigaciones de esta naturaleza, evidencian que una mirada más profunda hacia la diversidad de nuestros suelos puede llevarnos a hallazgos significativos, de gran beneficio para las plantas, el ecosistema y, en consecuencia, la salud y nutrición humanas.
La micorriza es una simbiosis entre plantas y hongos que colonizan los ecosistemas.