Rodrigo Gallardo, experto en salud aviar, profundizó en la patología de la coriza infecciosa, enfermedad respiratoria causada por la bacteria Avibacterium paragallinarum. Gallardo compartió su experiencia en California, Estados Unidos, en la detección y el manejo de esta patología, destacando aspectos prácticos sobre su persistencia en diferentes entornos.
Gallardo explicó que en los estudios realizados se observó que la bacteria no es persistente en la cama, pero sí en el agua, especialmente a bajas temperaturas; intervenciones como clorar el agua a 3 o 10 ppm resultaron efectivas para eliminar la viabilidad de la bacteria.
Este tratamiento del agua “es muy importante porque esta bacteria es capaz de mantenerse en los niples (piezas donde se empalman las tuberías) haciendo comunidades denominadas biofilms”.
Sobre la efectividad y calidad de las vacunas, Gallardo enfatizó la necesidad de asegurar que las vacunas, sean comerciales o autógenas, sean efectivas contra las cepas bacterianas presentes en el campo.
Esto requiere una adecuada serotipificación o genotipificación, con métodos específicos para evaluar la composición antigénica y la integridad de las bacterias en las vacunas inactivadas, asegurando una respuesta inmune adecuada.
La enfermedad, explicó Gallardo, afecta principalmente a aves a partir de las seis o siete semanas de edad, con síntomas que incluyen cabeza hinchada, secreción ocular que evoluciona de espumosa a viscosa y disminución en el consumo de alimentos y la postura.
Destacó la importancia de la prevención mediante la implementación de estrategias de bioseguridad y la elección de vacunas efectivas, ya que la coriza infecciosa produce problemas netamente respiratorios, pero también puede generar bajas de postura y mortalidad si se junta con otros virus o bacterias, causando graves pérdidas económicas.
Gallardo subrayó que, aunque la enfermedad es endémica y no desaparecerá por completo, es crucial mantenerla bajo control para minimizar su impacto en la avicultura.