LA ACADEMIA ESTÁ EN CAPACIDAD DE REALIZAR MÁS INVESTIGACIÓN AGROPECUARIA, PERO NECESITA QUE EL ESTADO INVIERTA.
El empleo de semillas transgénicas genera opiniones divididas en Ecuador. Sin duda, es un tema conflictivo, donde existen ventajas y desventajas. Carlos Montúfar, decano de la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central, dijo que “haber declarado al país libre de cultivos y semillas transgénicas fue un error, porque limita el conocimiento y la posibilidad de desarrollar una tecnología propia”.
Montúfar afirmó que desde 2008, hasta la actualidad, en el país no se realiza investigación al respecto. “Si se demuestra, algún día, que los cultivos transgénicos son sanos, tendremos 15 años de retraso, además de la dependencia de patentes para realizar investigación”.
Manifestó que la aprobación del artículo 401 en la Constitución fue una decisión política más que técnica. “Los movimientos ambientalistas quisieron declarar al Ecuador como país libre de transgénicos sin considerar que la insulina, indispensable para el tratamiento de la diabetes es transgénico. Esto habría condenado a que las personas diabéticas no tengan una alternativa de cura. En este sentido, hubo falta de asesoramiento técnico por parte de institutos de investigación y la academia de ese entonces”.
El decano consideró que debe existir un período de investigación que permita a los profesionales evaluar qué semilla se debe utilizar y posteriormente liberarlas para el empleo de los agricultores.
“La academia puede desarrollar proyectos de investigación y el INIAP evaluar la adaptabilidad, resistencia, productividad, entre otros temas, así como generar información para el uso de semilla transgénica en el territorio nacional”, dijo.
Para ello, sugirió que el Estado debe invertir más en investigación porque los beneficiarios son los productores. Sin embargo, la investigación no, necesariamente, debe ir enfocada en una semilla transgénica, sino hay que buscar el mejoramiento genético, utilizando cualquier recurso tecnológico como: edición genética, biología molecular, mejoramiento genético tradicional y, como una opción más, el empleo de transgénicos.
“Lo importante es que el Estado invierta más en investigación agropecuaria de todo tipo, que impulse el desarrollo rural. En el mundo, por cada dólar invertido en investigación se recuperan diez dólares en el sector agropecuario”, subrayó Montúfar.
Con base en este análisis, el docente insistió en que se debe realizar investigación científica que permita evidenciar cuáles son los pros y contras, y en función de ello tomar decisiones.
A pesar de las restricciones, Montúfar aseguró que los agricultores ecuatorianos utilizan semilla transgénica sin una investigación científica previa, que haya evaluado su adaptabilidad y posibles repercusiones en su empleo.
“Lamentablemente, el mercado negro de semillas transgénicas comercializa sin control, por eso es importante la liberación de semilla desde una entidad autorizada, que permita realizar un seguimiento y así saber qué tipo de semillas se utilizan en Ecuador”, añadió.