Para tener éxito en la producción, los agricultores deben conocer los nutrientes que la tierra necesita y aplicarlos en cantidades adecuadas. El suelo es un recurso no renovable y su preservación es esencial para la seguridad alimentaria.
En el mundo, la tierra fértil y propicia para el cultivo de diferentes productos se reduce cada año, debido a la contaminación, a los cambios climáticos y a la deforestación, principalmente.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en los últimos 40 años, el planeta perdió un tercio de su tierra cultivable. La superficie de tierra destinada a la agricultura es de, aproximadamente, cinco mil mega hectáreas (Mha).
Ecuador está inmerso en este problema, lo que preocupa a los expertos que buscan alternativas para devolverle la vida al suelo. En ese sentido, la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), organizó el II Simposio sobre Manejo y Fertilidad de Suelos.
Mario Caviedes, profesor-investigador del área de Ingeniería de Agronomía de la USFQ, sostuvo que la mayor degradación del suelo se presenta en la Sierra, por las pendientes de los terrenos, la erosión, el viento, el agua, la deforestación y por la falta de programas de conservación de este elemento vital.
En la Costa, la situación también es crítica por la tala de árboles y porque no existe un sistema de rotación de cultivo, lo que desgasta el suelo. Lo ideal es cambiar la siembra, ya que los cultivos aportan nutrientes.
En la Amazonia, el problema radica en la fragilidad y acidez del suelo, lo que no favorece el cultivo, sobre todo, los de ciclo corto.
En el país, algunos cultivos destruyen el suelo, como la palma de aceite. Miles de hectáreas se volvieron estériles. Los agricultores han optado por sembrar especies forestales de crecimiento rápido y en otros casos cultivar cacao, para lograr que el suelo retome su vitalidad.
CONDICIONES REQUERIDAS
Para mantener el suelo vivo, el experto recomendó realizar un análisis del terreno, para establecer en qué condiciones se encuentra, qué nutrientes necesita y así garantizar una óptima producción.
Además, hay agricultores que aplican en exceso fertilizantes y químicos, razón por la cual el suelo se vuelve más ácido y las raíces de las plantas no tienen capacidad de desarrollo.
“Si los agricultores no toman medidas, la tierra cultivable va disminuyendo. Por ejemplo, en la década de los 80, en el país se sembraba 50 mil hectáreas de papa y a la fecha solo son 25”, indicó Caviedes.
Por esta razón, es necesario desarrollar una agricultura más sostenible (mejor manejo del suelo y del agua) y no depender de los productos químicos, para lograr una buena producción.
Diego Villaseñor, profesor de la Universidad Técnica de Machala, manifestó que se debe mantener la microbiota del suelo, que está compuesta por cinco grupos principales de microorganismos, los cuales están integrados por bacterias, actinomicetos, hongos, algas y protozoarios. “El agricultor pequeño cuida el suelo, porque utiliza los desechos de los animales, por ejemplo, pero la producción comercial es destructiva, debido al empleo de fertilizantes y químicos”, dijo.
Un suelo adecuado debe tener propiedades químicas, físicas y biológicas. La clave es tener una agricultura más limpia y responsable. Los resultados serán mejores y se contribuirá con el medio ambiente.
SELECCIONAR LA SEMILLA
Odilo Duarte, consultor peruano, explicó que, para tener una excelente producción, se debe seleccionar la semilla, preparar adecuadamente el suelo y controlar a tiempo las plagas.
Los productos que se comercializan se llevan nitrógeno, fósforo, potasio y otros nutrientes. Entonces, para la siguiente siembra hay que reponer estos elementos, con el objetivo de que el terreno no se deteriore.
“Los agricultores pequeños, principalmente emplean en sus parcelas excrementos de animales, pero aportan al suelo únicamente un 5% de nitrógeno, mientras que la urea tiene un 45%”, enfatizó Duarte.
El empleo racional de fertilizantes y pesticidas no destruye el suelo. Actualmente, las casas comerciales producen productos más amigables con el medio ambiente, pero prescindir de ellos resulta complejo, aseguraron los expertos.
También, hay que reenfocar los sistemas de producción, para reducir la cantidad de insumos químicos. Sin duda, un suelo saludable proporcionará una mejor cosecha.