El médico veterinario Diego Chávez, tesorero de la Asociación de Médicos Veterinarios Especialistas en Avicultura del Ecuador (Amevea-E), explicó los pro y contras de este equilibrio.
Diego Chávez consideró que el nutricionista debe preocuparse en suministrar los electrolitos en las cantidades adecuadas de sodio, potasio y cloro en la alimentación. Cuando existen excesos o deficiencias, las aves pueden sufrir problemas respiratorios, diarreas, quemaduras en la piel de la pechuga, principalmente y otros, que afectan la producción.
En tal virtud, hay que realizar un análisis minucioso de las materias primas con las que se elabora el alimento. Eso permite tomar acciones para un correcto balance electrolítico, puntualizó Chávez, al agregar que esta evaluación es fundamental cuando se incluyen nuevos ingredientes, como bicarbonato, sales, etc.
Para conseguir el éxito deseado, el experto recomendó acatar las disposiciones de las líneas genéticas y en base a las condiciones de crianza (zona alta o baja) formular los niveles de electrolitos para favorecer la producción animal. Lo ideal es bajar los niveles de sodio en zonas altas para no predisponer a las aves a otros problemas de salud.
Lo recomendable para un balance electrolítico adecuado, es un rango entre 220 y 260 mEq/Kg. De esta manera, se logra un mejor resultado productivo, mayor desempeño del animal y mayores condiciones de desarrollo.
Cuando el balance es menor a 220, las aves no crecen adecuadamente, el consumo de alimento se incrementa con costos adicionales. Si es mayor a los 260 mEq/Kg también se altera el crecimiento, la conversión se eleva y las camas comienzan a humedecerse porque el ave toma mayor cantidad de agua para eliminar los minerales.
Otro factor importante es la calidad del líquido vital que beben los animales. Si el agua tiene una alta carga mineral por problemas de contaminación, sin duda, alterará el balance electrolítico y el desarrollo de los animales.
El balance electrolítico también se altera por el estrés de las aves. Mientras más baja es la zona de producción, la humedad y la temperatura aumentan. En estas condiciones, el balance electrolítico ayuda a que el animal mantenga la temperatura corporal adecuada.
En las zonas cálidas se debe proporcionar dietas con un balance electrolítico por sobre de 250 mEq/Kg de alimento. Esto permite a las aves controlar la alcalosis respiratoria, mejora el consumo de agua y de alimento, y favorece la ganancia de peso.
Un balance electrolítico adecuado debe estar entre 220 y 260 mEq/Kg
En las zonas altas, la condición es diferente. Para evitar la deficiencia cardiorrespiratoria se debe controlar la velocidad de crecimiento, mediante la restricción de alimento.
“En sí, la producción de aves es un trabajo en conjunto, donde interviene un equipo. El nutricionista debe definir los mejores niveles de nutrientes, para favorecer la producción y los veterinarios encargarse de la sanidad de las aves, para brindar las mejores condiciones a los pollos de engorde”, explicó Chávez.