Existen diferentes fechas para la recolección del grano. Los agricultores proponen varios precios en virtud del incremento de los insumos, mano de obra, arriendo de la tierra, etc.
La producción de maíz amarillo duro, ciclo invierno, es la más grande del país, principalmente en las provincias maiceras: Los Ríos, Guayas, Manabí y Loja. Sin embargo, las fuertes precipitaciones de marzo dejan en riesgo el cultivo. Los agricultores están preocupados por esta situación y esperan cubrir las expectativas, prevista para 2023, puesto que incrementaron las inversiones.
Néstor Soto, agricultor de la provincia de Loja, comenta que las lluvias aumentaron en marzo. En esta zona del país, la siembra comenzó a principios de enero de 2023, es decir, en tiempos de sequía. En el cantón Pindal se sembró nueve mil hectáreas, en el cantón Celica unas 13 mil hectáreas, en Sabanilla unas siete mil hectáreas, además de tres mil, en otros sectores de la provincia. En total, Loja sembró entre 28 y 30 mil hectáreas.
“Si las lluvias continúan, hay el riesgo de que el choclo se pudra. Además, se presentaron varias plagas, pero se las controló”, menciona el agricultor. Lamenta la falta de apoyo por parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), pese a los múltiples pedidos.
“No existe ayuda financiera para la compra de semilla, de fungicidas, herbicidas, el arriendo de la tierra, la mano de obra, transporte, etc. Los agricultores gastan alrededor de dos mil dólares por hectárea. Por el arriendo de una hectárea de suelo se cancela 350 dólares; 200 dólares en semilla para la misma extensión de terreno, la mano de obra se incrementó de 12 a 15 dólares, por citar algunos ejemplos”.
Frente a esto, los maiceros proponen que el precio compense la inversión y se ubique en 19 dólares el quintal durante este año. “Si no existe demanda del producto en el país, se enviará a Colombia y a Perú”, adelanta Soto.
Los agricultores de Loja aspiran cosechar unos dos y medio millones de quintales. Este proceso se iniciará a finales de julio. “Anhelamos que esta cosecha sea buena y supere a la de 2022”, opina Soto.
Los costos afectan más que las lluvias
En cambio, César Vizcarra, agricultor de maíz amarillo duro, del cantón Ventanas, en la provincia de Los Ríos, indica que no habrá mayores cambios este año en relación al 2022. El desarrollo del cultivo se efectúa con normalidad. La siembra comenzó desde la segunda semana de diciembre.
En este sector del país, las lluvias no son fuertes, lo que favorece el cultivo de maíz; la presencia de las plagas (langosta, quemazón y otras) fueron controladas a tiempo. De seguir así, la cosecha del ciclo de invierno comenzará la segunda semana de abril, pero será escalonada, es decir, hasta junio, puntualiza Vizcarra. En Ventanas existe alrededor de 35 mil hectáreas sembradas.
Hay que reafirmar que este sector sigue afectado por los altos costos de producción (semillas, fertilizantes, etc.). Por ejemplo, se aplica unos tres fertilizantes de 12 sacos por hectárea, gastos que asume el agricultor. Con el paso de los años, la tierra se desgasta y se requiere de más fertilizantes, para obtener un buen producto. A esta zona del país tampoco llegó el apoyo del MAG, asegura Vizcarra.
Los agricultores de Ventanas solicitan la implementación de sistemas de riego, para no depender de la naturaleza. “Sería una gran gestión del MAG, ya que en la zona existen varias alternativas para obtener agua y energía. El Gobierno debe realizar acuerdos con otros países, para la provisión de las bombas de agua; así se multiplicaría la producción de maíz”, afirma el maicero de Ventanas.
Reclama atención
Joffre Quimis, representante de la Unión de Maiceros de Manabí (Agro Manabí), que agrupa a ocho asociaciones grandes, en las cuales están dos mil agricultores, cuenta que a mediados de febrero empezó la siembra de maíz, porque las lluvias llegaron tarde. La cosecha se cumplirá en julio. Se sembraron sobre las diez mil hectáreas y los maiceros aspiran obtener 220 quintales por hectárea, con una humedad del 19%. “Mejoramos la producción, debido a la tecnificación que se implementó en el cultivo”, resalta el agricultor.
También reclama por la falta de cooperación por parte del MAG y atribuyó este problema al cambio permanente de ministros, razón por la cual no existe estabilidad en la gestión.
Se muestra preocupado por el precio del maíz y sugiere que se mantenga similar al del año pasado, porque los costos de las materias primas siguen al alza. “Durante 2022, el precio del mercado superó al oficial. Las autoridades del MAG deben prohibir la importación de maíz, además que nadie respeta el precio mínimo de sustentación”, manifiesta Quimis.
Añade que sembrar una hectárea cuesta entre dos mil 500 y dos mil 800 dólares; el gasto más fuerte corresponde a los productos de fertilización. El MAG envió con mucho retraso la urea que llegó cuando los agricultores ya sembraron el maíz. “No existe una organización en dicha Secretaría de Estado”, puntualiza Quimis.
“Tampoco se paga las indemnizaciones del Seguro Agrícola. No lo hacen desde 2021 y las empresas aseguradoras dan largas al tema. En este caso, el MAG debería proceder”, solicita el agricultor de Jipijapa.
Lluvias de marzo alteran los cultivos
Carmen Zapatier, maicera del cantón El Empalme, en la provincia del Guayas, describe que entre enero y febrero de 2023 se presentó un invierno normal, pero en marzo las precipitaciones son fuertes.
Esto inquieta al sector, porque afectará al cultivo de maíz que se encuentra en floración y en choclo. Incluso, hay agricultores que tienen cultivos pequeños, de 25 y 30 días. La siembra inició en enero, con la segunda lluvia, y la cosecha estará lista la tercera semana de mayo.
Zapatier refiere que en condiciones normales se anhela cosechar entre 180 y 200 quintales por hectárea, pero habrá que esperar, debido a las intensas lluvias provocadas por la influencia del ciclón ‘Yaku’, que se localiza frente a las costas de Perú y que nos afectan, principalmente a la costa centro y sur del país, según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi).
“Este 2023 es un año de grandes expectativas en relación al anterior. Ya sufrimos el amortiguamiento del alza de los precios de los productos para la siembra, por eso necesitamos obtener una ganancia frente a las cuantiosas inversiones. Para ello, el precio mínimo de sustentación debería fijarse en 17,50 dólares”, dice Zapatier.
Lamenta que no existan mesas de negociación, para vender el maíz directamente a la industria y sin intermediarios, “pero los diálogos se han roto. Las autoridades deben retomar estas reuniones, para beneficio de todos”, concluye.