El rol del hígado en las gallinas ponedoras es crucial para mantener altos niveles de producción, calidad de huevo y resistencia de la cáscara. Más aún, tomando en cuenta los cambios genéticos que han tenido estas aves, por los cuales hoy llegan con muy buena viabilidad y muy buenos niveles de producción hasta las 100 semanas de vida y aún más, señaló Marcelo Ricci, experto en salud animal.
Debido a la alta exigencia que enfrentan estas aves, que producen casi un huevo diario, el hígado se ve sometido a un intenso esfuerzo, lo cual lo hace susceptible a problemas como acumulación de grasa, hígado hemorrágico y daños por micotoxinas.
“El hígado es el motor del ave, responsable de la detoxificación y de mantener la vida y producción”, explicó Ricci. Añadió que factores externos, como materias primas contaminadas y tratamientos farmacológicos, pueden comprometer su funcionalidad, lo que afecta negativamente la productividad y la calidad del huevo.
Para detectar problemas hepáticos en las aves, se observan señales como la reducción en el consumo de alimento y la pérdida de calidad en la cáscara y en la estructura interna del huevo.
En necropsias, el hígado dañado presenta friabilidad y una consistencia debilitada. Además, aunque los cambios de color pueden indicar problemas, estos no siempre son concluyentes, dado que los pigmentos en el alimento afectan el tono del hígado.
Entre las principales causas de daño hepático en gallinas se encuentran las micotoxinas y desbalances energéticos que generan acumulación de grasa en los hepatocitos. Para prevenir estos problemas, Ricci recomienda una nutrición equilibrada, el uso de materias primas de alta calidad y, en casos de contaminación, la aplicación de desdobladores enzimáticos de toxinas y regeneradores hepáticos.
La salud del hígado es, en definitiva, un pilar en la gestión de la producción avícola, cuyo descuido puede comprometer el rendimiento y la viabilidad de las aves en el largo plazo.