APROXIMADAMENTE UNO DE CADA CUATRO ECUATORIANOS HA SUFRIDO DESNUTRICIÓN INFANTIL EN LOS ÚLTIMOS 20 AÑOS, SEÑALA WELLINGTON SANDOVAL, EXMINISTRO DE SALUD PÚBLICA.
Las cifras son alarmantes y encienden una alerta sobre la serie de problemas sociales, económicos y de salud pública que genera la desnutrición infantil. El consumo de huevo en edades tempranas ha demostrado ser una solución efectiva, económica y al alcance de las poblaciones con mayores índices de desnutrición crónica infantil en el país.
De los 33 países de Latinoamérica y el Caribe, Ecuador ocupa el segundo lugar en desnutrición crónica infantil en niños menores de cinco años, después de Guatemala, alcanzando niveles de desnutrición inclusive superiores a los de Haití.
En esta misma región los países más desarrollados son los que menores índices de desnutrición infantil tienen, y son Chile, Uruguay, Cuba, Costa Rica, explica el exministro de Salud Pública, Wellington Sandoval.
Otro dato interesante es que el 10 por ciento de la desnutrición infantil en Ecuador se produce en la quinta parte con mayores recursos económicos de la población, es decir que la pobreza y pobreza extrema no son causas exclusivas para una nutrición deficiente.
Sandoval explica que muchos de los problemas en el desarrollo cognitivo de los ecuatorianos son causados por la desnutrición infantil y lo ilustra con datos. Según una investigación realizada por los doctores Rodrigo Martínez y Amalia Palma, de la Cepal, un total de 83 mil 964 alumnos perdieron el año o desertaron en el sistema de educación (educación básica y bachillerato) en el año 2014.
Asimismo, la falta de productividad en términos económicos debido a la desnutrición crónica infantil se calculó en dos mil 520 millones de dólares, el 4.3% del Producto Interno Bruto (PIB) de ese mismo año. Ya en el nivel superior, el deficiente nivel de comprensión es, a su criterio, una de las limitantes para que los estudiantes no puedan acceder a la educación superior.
LAS DEFICIENCIAS NUTRICIONALES DE LOS MIL PRIMEROS DÍAS DE VIDA SON IRREVERSIBLES
La desnutrición afecta negativamente el desarrollo de la corteza cerebral, que es la que determina la función cognitiva pero ¿por qué es tan importante esta ventana de los mil primeros días de vida en el ser humano? Pues esto se debe a que la corteza cerebral comienza a formarse en la semana 14 de vida intrauterina y cuando el niño alcanza los dos años de vida se ha formado el 80 por ciento.
Cuando el niño tiene cinco años se ha formado el 95 por ciento. El cinco por ciento restante se forma entre los cinco y los 25 años.
Para la maduración de la corteza cerebral se necesita que el niño consuma proteínas, microprotéicos y vitaminas, sobre todo durante estos mil días que es cuando se puede controlar buena parte del proceso de formación de la corteza cerebral.
Si hasta los dos años de edad el niño no consumió estos nutrientes en las proporciones que su desarrollo normal requiere, esto ya no se puede compensar más adelante en otra etapa de la vida.
La desnutrición durante la primera infancia causa daños severos e irreparables como baja estatura, bajo peso, anemia y desarrollo anormal del cerebro, fenómeno que incrementa el riesgo de deserción escolar. Un estudio realizado en Perú mostró que puede producirse una disminución de la masa cerebral, tanto de materia gris como de materia blanca, de hasta el 40 por ciento.
¿ES ESTA UNA CAUSA PERDIDA?
El país ha arrastrado tantos años con esta problemática tan desgarradora, que podría pensarse que no existe una solución, al menos en el corto plazo; sin embargo, los datos y las experiencias previas dejan entrever que existen varios caminos viables que podrían llevar a superar este déficit nutricional.
U/na de estas soluciones es socializar los beneficios de la lactancia materna, en los términos que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir, lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida y continuar con la lactancia, con alimentación complementaria, al menos durante los dos primeros años de vida.
Para ello es necesaria una gran campaña de información a las madres, acompañada por asesoría adecuada para evitar que los mitos y malas prácticas terminen por arruinar este proceso tan importante en la vida tanto del niño como de la madre.
Por otra parte, se han desarrollado en Ecuador varios proyectos, los cuales han permitido demostrar la efectividad del consumo de un huevo diario en niños menores de tres años.
El más conocido entre los estudiosos de esta materia es el proyecto Lulun, aunque lamentablemente no se ha difundido suficientemente a la población en general.
Sobre este proyecto se ampliará la información en la siguiente nota de esta edición, pero en términos generales el proyecto consistió en la ingesta complementaria de un huevo de gallina diario para niños con desnutrición, desde los seis meses hasta los tres años de edad. Lo que ocurrió fue que seis meses después las mejoras en términos de talla y peso fueron importantes. También se realizó el monitoreo necesario para prevención de reacciones alérgicas.
En este mismo sentido, el propio doctor Sandoval desarrolló un proyecto en la parroquia Simiatug, provincia de Bolívar, incorporando un huevo diario en la dieta de los niños menores de dos años de esa comunidad. Al cabo de seis meses, la ganancia de talla y peso era evidente en estos niños, pero adicionalmente los infantes estaban más alertas y física y mentalmente más activos.
Este proyecto se desarrolló de la mano de la Prefectura de Bolívar de ese periodo, pero debido a que la autoridad no fue reelecta, no pudo darse continuidad a esta iniciativa. Posteriormente, en Tungurahua también se realizó un proyecto que consistía en entregar 100 gallinas ponedoras a los habitantes de una comunidad de esa provincia, se implementó los servicios de un médico veterinario y una nutricionista.
ES UN PROBLEMA ESTRUCTURAL, NO COYUNTURAL
El huevo es un alimento completo, natural, nutritivo y además es barato. Está al alcance de todos los sectores, ya que la producción nacional es de 13 a 14 millones de huevos diarios. La provincia que registra mayor producción es Tungurahua seguida por Cotopaxi, Pichincha y Manabí.
Otro de los datos que presenta Sandoval, quizá el más revelador, es que el Programa Mundial de Alimentos estima que combatir la desnutrición infantil en América Latina y El Caribe costaría aproximadamente dos mil millones de dólares, mientras que no combatirla costaría hasta 175 mil millones.
Por todas estas razones, el doctor Sandoval es enfático al señalar que es indispensable que se declare una política de Estado para la erradicación de la desnutrición infantil, en la cual se podría aprovechar las ventajas nutricionales del consumo de huevos por parte de la población infantil.
A su criterio, la competencia del combate a la desnutrición infantil debe ser del Ministerio de Salud Pública, por ser el ente rector de la política pública de Salud; el Ministerio de Inclusión Económica y Social debe apoyar esta gestión, pero no ser el responsable.
Los gobiernos provinciales, municipales y parroquiales también deben sumarse, al igual que la empresa privada y la comunidad. Solamente si se unen esfuerzos en un trabajo transversal se lograría derrotar a la desnutrición infantil en el país.
WELLINGTON SANDOVAL,
Exministro de Salud Pública.