La desinfección es la clave en cualquier programa de bioseguridad, Mediante estas prácticas se elimina patógenos activos y potenciales, capaces de producir enfermedades en los animales.
Edgar Fernando Rodríguez (edfroc@gmail.com) director científico de los laboratorios Novalfarm de Colombia, explicó que la limpieza debe ser el paso inicial antes de aplicar los desinfectantes, si se quiere lograr un buen efecto en la bioseguridad.
Lo primero es eliminar la suciedad visible de las superficies, por medios físicos o químicos. Hay que tener en cuenta variables como la concentración del desinfectante, tiempo de contacto, pH, temperatura, mecanismos de acción, tipos de microorganismos, número inicial y la presencia de interferentes como la materia orgánica. Si se aplican sin considerar estas variables, los resultados no serán favorables y se mantendrán problemas de infecciones bacterianas y virales.
Los desinfectantes, como los antibióticos, tienen diferentes niveles de actividad sobre los microorganismos. En función de la acción que tenga un desinfectante para eliminar los tipos de agentes microbianos, se puede hablar de desinfección de bajo nivel, mediano, alto y esterilización, que es el máximo grado de la desinfección porque elimina el 100% de microorganismos.
Los desinfectantes de bajo nivel eliminan virus de cubierta lipídica, como el causante de la influenza, el New Castle y la Bronquitis Infecciosa, pero no son efectivos contra virus desnudos como los que provocan el Gumboro o EDS. En este grupo se tienen desinfectantes empleados en la granja, como los amonios cuaternarios.
Los desinfectantes de mediano nivel destruyen todos los microorganismos, incluidos virus desnudos, microbacterias, protozooarios y quistes parasitarios. Pero, no son efectivos contra esporas bacterianas. Los productos más adecuados, en este caso son: los halógenos (yodo, cloro), fenoles y biguanidas (Clorhexidina).
En el nivel alto de la desinfección están aquellos capaces de eliminar microorganismos, que van desde virus cubiertos como desnudos, esporas y parásitos como Cryptosporidios. "Para lograr la efectividad deseada en las granjas, se recomienda usar desinfectantes como el glutaraldehído.
El ozono y el dióxido de cloro son los desinfectantes de alto nivel más poderosos que se conocen" y pueden tener muy buena utilidad en la granja para la desinfección de instalaciones y principalmente del agua, mencionó el experto.
Los desinfectantes funcionan de forma diferente, según el pH del medio donde se encuentran. Por ejemplo, el cloro depende de su capacidad de disociarse para formar ácido hipocloroso, cuando alcanzan su mayor capacidad biocida. Esto se logra solo cuando está en medio ácido, mientras que los desinfectantes como los amonios cuaternarios y los aldehídos (formol y glutaraldehído) actúan en el pH alcalino de 7,5 a 8,5. Otros desinfectantes pueden actuar sin problema en rangos más amplios de pH, ya sean ácidos o alcalinos; ese es el caso del dióxido de cloro.
La temperatura también es un factor importante para conseguir una buena desinfección. Los desinfectantes químicos están influenciados por la temperatura y algunos de ellos como los amonios cuaternarios y los aldehídos, se pueden diluir en agua caliente para mejorar su efectividad o ser aplicados por termonebulización.
Con frecuencia, en instalaciones avícolas y porcinas, se emplea el agua caliente y el vapor en la desinfección. Se utilizan lanzallamas de gas para matar microorganismos de las superficies.
Recomendó que para los galpones de pollos "es conveniente optar por desinfectantes capaces de abarcar el mayor espectro de microorganismos, ya que allí se pueden encontrar agentes de diferentes grados de sensibilidad. Por ejemplo, ante una infección con virus de Laringotraqueitis, es suficiente el empleo de un cresol o un cuaternario, ya que este agente, por ser cubierto, es muy sensible a cualquier desinfectante".