Una campaña de vacunación debe estar acompañada de estrictas medidas de bioseguridad para lograr el éxito deseado.
En 2008 apareció la laringotraqueitis en la provincia de Chincha, ubicada a 200 kilómetros al sur de Lima, pero se expandió rápidamente hacia Arequipa, Lima, Trujillo y otras regiones del país. Todos los casos tenían una sintomatología nunca antes vista.
Hasta ese momento, Perú era libre de esta enfermedad. Se calcula que en ese año había seis millones 500 000 mil aves de postura, con una mortalidad por encima del 20%, mencionó César Reyes, médico veterinario y especialista en avicultura de ese país.
La enfermedad golpeó muy fuerte a la industria avícola peruana y puso en aprietos económicos al sector, muchos de los negocios se cerraron los negocios debido a que no pudieron manejar los costos de la producción por la enfermedad.
Según el experto también hubo otros factores que incidieron para no controlar a tiempo la enfermedad: se demoró en el diagnóstico, muchos confundieron la patología, no había vacunas, seguía el mismo sistema de comercialización (el 70% de aves se vendía “en pie”), no había control en la movilización y tampoco un plan de trabajo para controlar la enfermedad.
“La vacunas oleosas fueron lo primero que se utilizó, con una respuesta bastante pobre, pero luego llegaron al país otras vacunas como Innovax ILT, que tuvo éxito, especialmente en el pollo broiler”, dijo Reyes.
Agregó que para 2018 se actuó sobre la enfermedad y los signos se redujeron. “En algún momento pensamos que se había controlado la laringotraqueitis. Sin embargo, el año pasado, la patología en las gallinas de postura comercial fue intensa, ya que además coincidió con un invierno prolongado, puesto que el virus crece en épocas de frío”.
Así, durante gran parte de 2018 y 2019 no hubo disponibilidad de la vacuna Innovax ILT y dejando desabastecido el país. Hubo un momento que el 60% de la producción avícola no tenía ninguna vacuna y el productor buscó alternativas. Por lo que tuvo que recurrir a las vacunas oleosas para frenar la enfermedad.
Actualmente, a los pollos bb se les coloca la vacuna vectorizada en ‘HVT’. “La única enfermedad que hemos logrado controlar es la laringotraqueitis, porque entendimos que hay que saber correlacionar el dato académico con el de campo”, enfatizó Reyes.
Esta vacuna, además de disminuir el cuadro clínico, baja la excreción viral. “No hablo de una erradicación, sino de un enfriamiento de la zona para que la intensidad de la enfermedad disminuya de forma significativa”, especificó.
Reyes reiteró que ninguna vacuna funcionará si en las plantas productoras no existe un manejo completo de medidas de bioseguridad; aunque el éxito también depende de aplicar la vacuna adecuadamente. Durante la pandemia se implementó en algunas granjas un sistema tecnológico para la vacunación con menor contacto humano con el animal.
Para controlar esta enfermedad se debe vacunar desde el primer día de vida del pollo. Si el ave no recibe ninguna vacuna y se observa algún síntoma con el paso de los días, se debe separarlos y colocarlos “en cuarentena” por alrededor de tres semanas.
La laringotraqueitis es una infección viral que se presenta en pollos y que afecta al tracto respiratorio. Se manifiesta en forma laringotraqueal y conjuntival. El ave que se infecta del virus, es portadora de por vida de la patología.
Perú es un país pollero y esto ha permitido que en los últimos años el negocio de postura comercial alcance un salto importante. Actualmente, el consumo per cápita está por encima de los 240 huevos, pero Lima superó la barrera de consumo de 300 unidades.