La calidad es un factor que se debe medir y controlar como apoyo para rentabilizar un negocio. Ese fue uno de los conceptos que resaltó Daniel Grillo, gerente de la Avícola Santa Rita, creada en 1950, en el Valle del Cauca (Colombia).
Durante la charla “Calidad del huevo vista desde el productor”, organizada por la asociación Italcol, Grillo indicó que Santa Rita trabaja con gallinas en jaula, de piso, libres de jaula, donde se destaca la producción de huevo de mesa marcada por la sostenibilidad en el aspecto social, y en el impacto positivo que se puede dar a los consumidores, colaboradores, y a las comunidades en las que participan. Otros ejes que direccionan su actividad son el respeto ambiental, y la rentabilidad.
“Buscamos producir de manera más eficiente; ser respetuosos con el ambiente y con los animales. A partir de los conceptos de bienestar animal tratamos de disminuir el impacto de los costos”, dijo Grillo, agregando que en este aspecto también interviene la calidad que viabiliza y redunda en la disminución de mermas en los reprocesos de trabajo diario. Además, se apuesta a la eficiencia, calidad y a evitar pérdidas.
Desde 2017, Santa Rita tiene un equipo técnico que verifica la calidad interna y externa del huevo. El proceso es automatizado: se rompe el huevo y se lo coloca en una bandeja transparente. Entre 10 y 15 segundos, genera valores y parámetros como altura del albumen, grosor de la cáscara, etc. “Es un sistema que brinda claridad, facilidad y exactitud”, puntualizó Grillo.
Las variables que permiten controlar el sistema también posibilitan un muestreo más alto y como consecuencia un dato más exacto de diferentes lotes.
En la actualidad, y en tiempos de pandemia, el consumidor busca estar informado y valorar todas las características posibles del producto.
Según el ejecutivo, esto lleva a tomar decisiones más inteligentes en pro de la calidad del huevo para que pueda llegar al cliente y al consumidor final, sin ninguna alteración. “Si no cumple los parámetros de calidad mínima de productividad y rentabilidad, no es un huevo adecuado, y no puede ser catalogado como proteína para consumo”, alertó.
Señaló que la calidad básica del huevo es intrínseca, pero adicionalmente debe ir acompañada de la calidad que un avicultor pueda entregar, y la oferta de valor adicional que obviamente puede marcar la diferencia.
Algunos ejemplos
La calidad de la cáscara es evaluada en el galpón, mirando el indicador de rotura y si este está dentro de los parámetros del 1% a 1.5% se puede considerar normal. Incluso puede ser manipulado al momento de ingresarlo a las jaulas o estantes porque no ha sido expuesto a un ambiente natural.
Grillo consideró que otra métrica es la pigmentación, y en Colombia esta característica tiene una connotación de frescura y calidad. En ese país tampoco gustan de un huevo pálido, por no ser preferido para el consumo. Por lo tanto, recomendó que el productor debe garantizar que el cliente y el consumidor final se sientan satisfechos con el producto.