La creciente demanda de carne de cerdo a escala mundial, y el incremento de las exportaciones en Sudamérica obliga a los sistemas de producción a aumentar el número de animales alojados en granjas, pero sin ampliar las instalaciones.
Paulo Campos, zootecnista y doctor en bioclimatología y producción porcina, alertó que el aumento de la densidad de cerdos por unidades de área, generan una menor circulación de aire y mayor contaminación por las heces y las excretas.
Durante su conferencia virtual “Aminoácidos funcionales e inmunología de la teoría a la práctica”, dijo que otro riesgo es la diseminación de enfermedades, debido a la globalización asociada con el tránsito de personas, materiales y animales.
Recordó que desde 2018 se registró un impacto de la Peste Porcina Africana (PPA) en los sistemas de producción, por lo que el tema aún es crítico principalmente en Europa con cerdos infectados en Alemania.
Este especialista comentó que, con la pandemia de la Covid-19, “los seres humanos somos prueba viviente de la susceptibilidad a la enfermedad y a la aparición de otras”.
Calentamiento global
El calentamiento global también se presenta como un alto desafío en la producción porcina. Según proyecciones del Instituto Internacional Panel Climático se espera que la temperatura aumente 2.5 grados para el 2050, y 6 grados para el próximo siglo.
Por ello Campos advierte que los cerdos estarán cada vez más expuestos a los desafíos ambientales, sanitarios, y prohibición de antimicrobianos. Por lo tanto, hizo un llamado a los productores a preservar el estado sanitario para la producción porcina.
Explicó que, cuando se habla de estado de salud, lo primero que se debe conocer es su significado. Indicó que en la medicina veterinaria significa eficiencia funcional y metabólica de un organismo vivo y que generalmente es evaluado por el desempeño del animal.
Óptimo diseño productivo
Campos explicó que este factor será similar -independientemente del ambiente-; por ejemplo, se debe analizar los resultados obtenidos en instalaciones experimentales con un ambiente controlado, y buena higiene, en comparación con los obtenidos en condiciones comerciales. Es en ese momento en que se puede analizar por qué los cerditos se comportan de manera distinta según el medio ambiente.
En la década de los 90 se realizaron ensayos para evaluar los efectos de las activaciones del sistema inmune sobre el rendimiento de los cerdos, y se demostró que la activación del sistema inmunológico perjudica su crecimiento. Es decir, se observó una disminución de la ingesta diaria de alimentos, y de ganancia de peso en cerdos que tuvieron una alta activación del sistema inmunológico, dijo Campos.
Asimismo, cuando los cerdos permanecen en condiciones comerciales también son expuestos a problemas sanitarios por las malas condiciones de higiene, y en respuesta a una inflamación se produce la expulsión de proteínas de fases agudas en el hígado y en el metabolismo.
Como consecuencia se observa una depresión en la ingesta de alimento y cambios en el metabolismo asociado a la síntesis de proteínas que tendrá un impacto negativo en la producción, y que incluso puede llevar al ejemplar a un estado anoréxico.
Regulan las vías metabólicas
Paulo Campos explicó que los aminoácidos funcionales se definen como productos que regulan las vías metabólicas clave para mejorar la salud, supervivencia, el crecimiento, el desarrollo, la lactancia y la reproducción de los organismos, y que forman péptidos o proteínas biológicamente activos. Estos aminoácidos incluyen los que pueden ser sintetizados y ser sintetizados nuevamente en células animales.
Recomendó, en los países de clima cálido, considerar los efectos potenciales de las temperaturas altas en la función intestinal y en el microbiota. En tales condiciones los cerdos tendrán una menor ingesta de alimento y se observará baja cantidad de nutrientes en el intestino, y otras alteraciones que perjudicarán su desarrollo.
Una de las primeras respuestas de los animales al estrés por calor es la activación del mecanismo para aumentar la disipación de calor, que dirige más sangre a la periferia del cuerpo y como consecuencia menos sangre hacia los órganos y tejidos internos gastrointestinales y menor sangre en los nutrientes para favorecer el funcionamiento del intestino.