Prevenir la inflamación intestinal en las aves juega un papel fundamental en el desempeño de la producción avícola para -al mismo tiempo- evitar impactos negativos.
Esta fue la principal recomendación que planteó Néstor Mondragón, durante el Seminario Internacional de AMEVEA-E que se desarrolló en Guayaquil.
La producción avícola conlleva márgenes pequeños de seguridad, por lo tanto, cualquier alteración en el intestino de las aves -el principal sistema que conduce a la productividad- tendrá un impacto negativo, no solo en la conversión alimenticia, sino en la ganancia diaria de peso y por ello en la sostenibilidad del sector avícola.
Según este especialista, una de las constantes lesiones que se evidencian se producen a nivel intestinal, relacionadas con procesos inflamatorios, como la descamación celular, el exceso de moco o fluido intestinal.
Estos son elementos que rutinariamente pueden ser observados en las granjas, pero son indicativos de una afectación al intestino.
“Cuando un tejido está inflamado o golpeado no funciona adecuadamente; se ve adormecido, genera estrés y no va a cumplir su función de absorción de nutrientes ocasionando daños, incluso sistémicos”.
Existen factores antinutricionales que también inducen una respuesta inflamatoria innecesaria.
Esto se produce cuando el sistema inmune confunde los factores antinutricionales y gasta energía afectando la integridad del intestino para poder cumplir su función.
Para ello, recomendó disminuir la cantidad de betamananos para que no puedan ser identificados por el sistema inmune como algo potencialmente nocivo.
La inflación intestinal se evita mientras exista un microbioma equilibrado con probióticos y prebióticos para controlar la población microbiana del intestino.
Los antibióticos también ayudan a disminuir la inflamación y contrarrestar el patógeno para evitar el gasto energético.
LAS VACUNAS DEBEN ESTAR APROBADAS EN EL PAÍS DE ORIGEN
Para José Juan Bruzual, los productores avícolas deben tomar en cuenta la importancia de trabajar con un programa de vacunación que responda a las necesidades y a las patologías que se presentan en el campo, así como utilizar vacunas que se hallen aprobadas en el país de origen.
Dijo asimismo que muchas veces se comete el error de utilizar productos muy virulentos.
Otra recomendación es que, una vez que el productor ha logrado reconocer qué tipo de patología se va a tratar, se debe mantener un esquema de vacunación respetando la interacción entre vacunas respiratorias, los tiempos, y tomar en cuenta que en términos generales, bajo ciertas excepciones, la mayoría de las enfermedades necesita de una inmunización con vacunas vivas, o inactivadas.
Esto, para lograr un nivel importante de anticuerpos que puedan controlar las enfermedades del ave, y que, a su vez, pueda transmitir el nivel apropiado de anticuerpos para generar mayor protección hacia los pollitos bb.
El sistema de inmunización, igualmente, debe permitir una evaluación del nivel serológico en sangre de las aves para poder determinar si la vacunación fue bien realizada o si en el tiempo preestablecido se logra llegar al desafío de elevar los niveles de producción.
Con esa información que se proporciona periódicamente en cada lote, se produce la generación de líneas base para determinar la respuesta inmunológica de cada una de las enfermedades para las cuales se está vacunando, pero si se están produciendo anticuerpos, se debe reconsiderar el programa de vacunación.
Los riesgos en el plan vacunal están en la mala aplicación, sea porque no se replica el antígeno o porque puede provocar un problema de aplicación por daño o estrés del ave, además de otros factores que pueden disminuir la respuesta inmune.