PAÚL PARRA, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE PORCICULTORES DEL ECUADOR (ASPE), DESCRIBE LA SITUACIÓN DEL SECTOR. LA CARNE DE CERDO ES LA SEGUNDA PROTEÍNA MÁS CONSUMIDA EN EL PAÍS.

El directivo asegura que el 2023 fue un buen año para la porcicultura ecuatoriana. Un año de recuperación, con acceso a materias primas a costos razonables, sobre todo al maíz, y mucha estabilidad en cuanto a la obtención de soya.

Esto permitió a los industriales concentrarse en la eficiencia productiva.

Tras varios años de un trabajo consistente para posicionar el valor nutricional de la carne de cerdo, hoy el consumidor ecuatoriano en general ha superado antiguos mitos y conoce que se trata de una carne blanca, “un cereal convertido en proteína”, como la describen sus productores.

Consecuentemente, es evidente el incremento en el consumo anual per cápita de carne de cerdo, que en Ecuador ya supera los 11 kilogramos, ubicándose como la segunda proteína de mayor consumo, después de la carne de pollo.

Los volúmenes de producción también reflejan un crecimiento, que este año será de alrededor del 12%, un porcentaje récord tomando en cuenta que “en años buenos” el sector viene creciendo a un ritmo de entre el 7 y 8%.

Si bien al momento la prioridad del sector es abastecer el mercado nacional con altos estándares de calidad, ASPE brinda también respaldo técnico y humano a las empresas asociadas que quieren proyectarse hacia el exterior.

Las perspectivas para el sector son muy alentadoras, sin embargo, todavía existen amenazas como el contrabando, que a pesar de los esfuerzos no se han logrado mitigar. “Hemos tenido que aprender a lidiar con esta realidad, tanto en la frontera norte como en la frontera sur, que son totalmente permeables”, afirma Parra,

Según datos de ASPE, entre el 12 y el 15% de la producción disponible en el país, ingresa por medio de alguna modalidad del comercio irregular.

En los mercados ecuatorianos se encuentra producto de los países vecinos e inclusive de EE.UU. a precios por debajo de los costos nacionales de producción.

Esperamos que durante el estado de excepción previsto para este plazo de los 60 días se pueda observar una drástica reducción del contrabando, producto de la presencia militar y policial en las carreteras y en las fronteras.

Es de desear que estos estrictos controles se mantengan y se incrementen a más largo plazo, comenta el presidente de ASPE.

A lo mencionado se suma el costo de la inseguridad. No hay semanas en las que no se registren estos hechos vandálicos que han puesto en jaque a varios productores por el despojo en granjas porcinas y vehículos de materia prima y producto terminado.

Frente a esto los costos por este concepto han sido desorbitantes, llegan incluso a un 15% que ha tenido que absorber no solamente el sector porcícola sino la agroindustria y el sector agropecuario en general.

El presidente de ASPE se refirió también al estatus sanitario como un tema prioritario. El mejoramiento permanente del estado sanitario es indispensable y de mayor continuidad.

Si bien ASPE no ha registrado alertas por la presencia de PPA (peste porcina africana), que está contenida y no ha logrado entrar al continente; con la PPC (peste porcina clásica) no se han logrado resultados definitivos.

Según lo previsto por las autoridades sanitarias, Ecuador debía ser declarado libre de PPC con vacunación, en el 2022; sin embargo, todavía hace falta al menos un par de años más para alcanzar este objetivo.

En todo caso, el sector sigue trabajando con compromiso y dedicación, aprovechando al máximo las oportunidades y enfrentando con decisión los retos, que son propios de la dinámica del mercado.