En el medio avícola todavía se ciernen muchas dudas respecto de la eficacia de los desinfectantes que coadyuven a la bioseguridad en las granjas.
El especialista Marcelo Breves recomendó y destacó que es fundamental e importante tomar en cuenta los mecanismos de resistencia de las bacterias y sus diferencias, así como la eficacia de los desinfectantes y los antibióticos.
Para un empleo normal y efectivo de los desinfectantes se debe considerar cuán resistentes son las bacterias que tienen que mantener su forma y momento intactos para que pueda cumplir correctamente el proceso de resistencia.
Necesita además del contacto físico adecuado.
Para ello hay que verificar que el producto que se va a utilizar, no solo tenga una adecuada concentración de elementos, sino que exista una limpieza correcta de la superficie.
Así se garantiza que el combate contra una bacteria, tenga el éxito esperado.
Utilizar convenientemente los desinfectantes, es parte de un programa completo de bioseguridad en el que intervienen los procesos de vacunación.
Aunque este conferencista reconoció que no conoce a profundidad el mercado avícola en el Ecuador, señaló que la adaptabilidad a las prácticas de bioseguridad es fundamental, siendo estas prácticas muy importantes para sobrevivir con éxito a los desafíos que enfrenta la industria.
ANÁLISIS SOBRE LOS MODELOS DE PRODUCCIÓN EN JAULAS
Desde el punto de vista de bienestar animal, la producción pecuaria es una de las actividades más criticadas, pero una investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dejó en evidencia la existencia de tres modelos de producción: una jaula enriquecida, un modelo de jaula convencional, y un modelo libre de jaula (sistema en piso para evitar la salida del ave).
En este último, las casetas están divididas en corrales experimentales.
María del Pilar Castañeda, investigadora de la UNAM, explicó que, en cada caso, los resultados son tangibles: en cuanto a productividad, no existe una diferencia estadística entre la producción de los tres modelos. Sin embargo, sí se halló una diferencia en cuanto al peso del huevo.
En un ave que se produce en un sistema libre de jaula, la ponedora registra un gasto energético mayor y del que se obtiene un huevo de menor peso.
En cambio, en la jaula convencional, se registra un huevo de mayor peso; a este le sigue la jaula enriquecida.
En el sistema libre de jaula también se encontraron los más altos porcentajes (alrededor del 11%) de huevos sucios, comparados con los sistemas en jaula.
Castañeda, realizó la comparación de calidad sanitaria, en conteo y contabilización de mesófilos aerobios, coliformes, levaduras, el grupo bacteriano podría representar en el área de producción sin jaula.
Esto quiere decir que, un huevo libre de jaula tiene una probabilidad mayor de contaminación de excretas, y de allí, el origen de las bacterias coliformes.
En un estudio llevado a cabo al finalizar la primera parvada, se evaluó fracturas en el esternón.
Por ello, sugirió que, colocar una percha siempre será bueno para las aves, aunque del mismo modo será importante conocer la calidad y el tipo.
Cuando se utilizan perchas redondas, el punto de presión sobre la quilla del esternón del ave, provocará que el área donde permanece el ave, quede reducida, y con el tiempo, esto le causará fracturas.
Recomendó, de la misma manera, que en las jaulas enriquecidas se utilicen perchas cuadradas.
Los sistemas libres de jaula son caros en cuanto a costos de producción; en este caso se calcula un aumento de hasta un 25,5% lo que tiene un impacto directo al consumidor; este porcentaje, comparado con jaula convencional, llega al 18%.