“El papel de los nutrientes (lisina) son la clave en la respuesta zootécnica para la ganancia de peso, índice de conversión, etc.”, señaló Sandra Villagómez, conferencista del evento internacional. Sin embargo -aclaró la experta- en el ámbito de la producción avícola no es habitual identificar esas oportunidades que pueden ser aprovechadas a partir de la nutrición relacionada con el fortalecimiento del sistema inmune.
Este es un elemento que, al final del día, va a marcar la respuesta zootécnica frente a un agente patógeno.
“En ese sentido -dijo- alrededor del mundo, el término nutrición de precisión está tomando fuerza y relevancia porque busca ajustar y entregar nutrientes exactos que el animal necesita, según su edad, y sin comprometer el rendimiento zootécnico”.vEsto busca evitar la sobrecarga de nutrientes que no van a ser aprovechados por las aves, y que podrían derivarse a las excretas, poniendo en peligro la sostenibilidad ambiental. Esta sobrecarga de nutrientes puede dar paso a que se produzcan fermentaciones en el intestino del ave por bacterias patógenas, lo cual, incluso podría conllevar a serias complicaciones diarreicas, etc.
En varios países de América Latina se han realizado una serie de ensayos de las casas genéticas, y de la academia, que han aportado para identificar cuáles son los nutrientes y la cantidad que requiere el ave. Puso como ejemplo, que en siete dietas se podría ajustar el nivel de lisina y energía que marcará el consumo de los nutrientes.
La nutrición de precisión no encarece los costos, por el contrario, busca ahorrar la provisión de alimento según el intestino del ave.
Tampoco se basa en una dieta de maíz y soya (máximos ingredientes de energía y proteína), sino en ajustar los requerimientos con aminoácidos sintéticos o materias primas alternativas como polvillo de trigo o arroz.
Todos los elementos, adecuadamente administrados mejorarán la salud intestinal del ave reduciendo así la necesidad de utilizar antibióticos promotores de crecimiento que están asociados a la complicación de la dieta que, a futuro puede llevar a un desequilibrio del bienestar animal, alertó la especialista.
SE DEBE CREAR CONCIENCIA SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA CALIDAD DE AGUA
El eje de la conferencia “Implicaciones del agua sobre integridad intestinal y respuesta zootécnica”, dictada por Danny Patiño, de la compañía Trouw Nutrition, fue un conocimiento y una práctica real del verdadero valor que tiene el agua para bebida.
En su charla, afirmó que, con la misma importancia que se formulan los alimentos para mejorar la integridad intestinal, se debe considerar que el agua también forma parte de los nutrientes esenciales para las aves, y que aporta en su desempeño a través de un adecuado conocimiento y funcionamiento.
Un agua mal tratada afecta al microbiota, lo cual puede repercutir en el desarrollo intestinal a través del decrecimiento de vellosidades; por lo tanto, no se produce una correcta absorción de nutrientes, lo que perjudica al desempeño.
“Se debe diseñar un protocolo de calidad de agua enfocado a la realidad de cada granja”, manifiesta Patiño.
Este especialista consideró que, con este conocimiento se podría llegar a lograr mayor efectividad en la producción, prevenir problemas o anticiparse en la toma de decisiones frente a un inconveniente de calidad de agua.
“Si no existe control, el conocimiento acerca de la calidad de la tubería de donde proviene el agua, puede convertirse en una fuente de contaminación donde se van a hospedar microorganismos o bacterias o el comúnmente conocido como biofilm, y por lo tanto, se convierte en un vehículo para la transmisión de enfermedades y un riesgo asociado con implicaciones directas en el desarrollo del ave”.
El biofilm es un cultivo de levaduras y bacterias que se pueden formar con el paso continuo del líquido durante horas, días y semanas, lo que puede provocar una reducción en la presión de agua. Dentro del biofilm se puede acumular salmonella, y la bacteria Escherichia coli.
Por ello, recomendó que el estudio de la calidad del agua y su ciclo, debe ser continuo, sistemático y complementarlo con análisis “in situ” para verificar que nuestra calidad de agua esté dentro de los parámetros esperados.
Adicionalmente, es importante conocer sobre el método potabilizador utilizado y sus estándares para evitar distorsiones.