A pesar de la violenta caída en los volúmenes de producción, la calidad y aromas del café ecuatoriano lo vuelven atractivo en el mercado internacional.
Vicente Cárdenas, productor de café, destaca que “los caficultores nunca nos hemos quedado con los brazos cruzados, más bien establecimos fincas modelo con recursos propios. Dimos una lección a los gobiernos de turno de que Ecuador sigue siendo una potencia en calidad de café, tanto a escala nacional como internacional”.
El Estado y la academia no han brindado el apoyo esperado, asegura.
“El Estado sigue regalando los famosos kits con insecticidas, fungicidas, semillas y fertilizantes. Nosotros no queremos eso porque es hambre para el futuro y no nos soluciona nada. Nosotros necesitamos capacitación y crédito cafetero, porque el café comienza a producir al segundo o tercer año, mientras que BanEcuador empieza a cobrar intereses a los seis meses”. Salir a regalar plantas tampoco es una solución real, señala Cárdenas.
El reto que enfrenta el sector cafetero no es menor ya que, si bien se cuenta con semilla de calidad, los volúmenes de producción han caído en picada.
De dos millones de sacos anuales que producía el país, al momento se producen apenas 200 mil, cuando solamente la industria nacional de café liofilizado (soluble) necesita un millón de sacos y el consumo nacional supera los 200 mil quintales.
Los caficultores demandan, asimismo, un acompañamiento más cercano por parte del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP), con una revisión técnica del grano importado, antes de colocarlo en el campo. “En el 2013, el Ecuador importó 130 toneladas de semilla de Brasil, las cuales fueron entregadas directamente a los productores; ese fue el acabose de la caficultura porque la roya vino a diezmar la producción de café nacional”, relata el caficultor.
A pesar de ello, recuperar la producción sigue siendo una apuesta interesante, tanto para agricultores como para industriales. Uno de los principales incentivos son los precios del grano en el mercado internacional. “Estamos produciendo café especial porque los precios están fuera de bolsa (el café natural está supeditado a la Bolsa de Nueva York). Vemos con optimismo que el precio del café natural está llegando a 200 dólares el saco, mientras que el café especial pasa de 300 dólares”, asegura Cárdenas.
Las subastas internacionales en el 2020 ubicaron a Ecuador con un precio de 75 dólares la libra de café pergamino, café especial. En el 2021, la libra de este mismo café alcanzó los 100 dólares. Esto se difundió a escala internacional, también gracias a la iniciativa de la empresa privada.
La calidad la tenemos, en ello coinciden agricultores e industriales. En el país se cuenta con variedades mejoradas y grandes híbridos como el Baltimore, el Castillo y Catimor, resistentes a la roya. También se está trabajando con variedades puras que, si bien son susceptibles a esta plaga, con las nuevas investigaciones se la controla con muy buenos resultados.
A nivel interno, la alerta generada por el fenómeno de El Niño sirvió, asimismo, para que muchos productores se adelanten a la coyuntura y mejoren su infraestructura, construyendo secadores solares, de manera que pueden lavar el café y luego secarlo en menor tiempo.
Las perspectivas son alentadoras, con una estrategia sostenida se pretende apuntar a un nuevo repunte del sector.