Pablo Chacana, uno de los expositores internacionales, comentó que el control de salmonella implica proteger la producción.
La salmonella está asociada con la producción avícola. Es una bacteria que, desde diversos aspectos impacta y genera problemas en la producción. La salmonella gallinarum, por ejemplo, produce tifosis aviar que fácilmente puede matar a los pollitos BB o ponedoras de cualquier línea genética. “Esta especie impacta con altas tasas de mortalidad”.
Por otro lado, también hay evidencias de las denominadas salmonellas móviles que están implicadas en la intoxicación alimenticia. Muchas de ellas pueden ser de origen avícola e incluso pueden contaminar a los seres humanos.
Generalmente -dijo- este último es un problema que está asociado a festejos donde se consume algún producto contaminado o crudo, que puede generar cuadros clínicos complejos en las personas, incluyendo a veces mortalidad dependiendo de la susceptibilidad.
El expositor de nacionalidad argentina, comentó que la industria avícola siempre ha estado asociada con esta bacteria que tanto afecta a la salud de las aves, por lo que es necesario estar atentos a la inocuidad de los productos que se comercializan para, de alguna manera, controlar a la bacteria y a la producción.
Señaló que, cada vez que ocurre un brote de salmonella en la población humana, durante dos o tres semanas se reduce el consumo de huevos porque en el imaginario de la población la salmonella está asociada al huevo, aunque a veces este tipo de infecciones no tengan nada que ver con este producto.
Chacana añadió que, si bien el control de la salmonella es “algo difícil”, se debe tener en cuenta y conocer a través de un monitoreo constante el estado de los planteles avícolas, de los distintos eslabones de la cadena de alimento, de los reproductores, de los pollitos BB, las aves en producción, etc.
Adicionalmente se debe pensar en toda la cadena como susceptible de contaminación de salmonella -desde el alimento, hasta el huevo que llega al consumidor- para aplicar medidas de control y prevención como medidas de alta bioseguridad y la aplicación de vacunas.
Efectos del pneumovirus
En su charla denominada “Pneumovirus y el complejo respiratorio”, Iliana Icochea alertó que varias patologías fácilmente pueden ocasionar enfermedades respiratorias en aves ponedoras.
Pero, ¿cuál es el peso que tienen estos agentes infecciosos sobre la productividad de las ponedoras? “Quizá el pneumovirus es el que menos impacto podría generar”, pues es un “oportunista que está detrás”, aseguró Icochea.
“Nunca he visto un caso de ponedoras en que solamente se le haya diagnosticado el pneumovirus, y ni siquiera con bronquitis”, dijo.
Por ello, señaló que vale la pena poner en el debate que existen otros agentes que son mucho más importantes, como la coriza, una bacteria para gallinarum y la laringotraqueitis “agentes frecuentísimos en las ponedoras comerciales”.
Relató que los veterinarios y avicultores se preocupan porque existe “cero conversión” en la ponedora con alta pneumovirus, pero esto no tiene gran incidencia. Aunque son susceptibles a la infección, lo importante es conocer cuál es el impacto que tienen sobre las aves. “Pero a mi modo de ver, este es bastante bajo”, detalló.
La prevención sobre cualquier enfermedad no solo debe girar en torno a las vacunas. En el caso de las ponedoras, el manejo del despique es muy importante, y muchas veces está en manos de operadores que no tiene experiencia. Este es uno de los problemas que genera mayor estrés en las ponedoras.
Una infraestructura que le otorgue una condición de bienestar al ave como calidad de agua, alimento, ambiente y la bioseguridad, son algunos de los factores que deben ser considerados.
Indicó que en una pollita de levante, la bioseguridad no “puede quebrarse” y debe estar aislada de las ponedoras. “El levante busca darle tiempo a la pollita para que las vacunas que se le aplicaron induzcan un nivel de protección y de barrera”, refirió, al indicar que las vacunas para contrarrestar el newcastle, bronquitis, o laringotraqueitis deben ser colocadas a las seis semanas.