En los años 80 el cultivo del algodón cubría alrededor de 30 mil hectáreas en el cantón Santa Ana (provincia de Manabí). En lo que va de 2022, a nivel nacional, las hectáreas sembradas no pasan de 40.
¿Qué ocurrió con este cultivo casi 20 años después? “De esas épocas solo quedan buenos recuerdos y buenos amigos”, respondió Esteban Borja, presidente de la Corporación Funalgodón.
Comentó que este producto, como otros cultivos agrícolas en manos de pequeños y medianos productores, “tiene un gravísimo problema”.
A partir de la vigencia del sistema de dolarización desde el año 2000, la mano de obra se volvió muy costosa, y desde entonces el algodón se transformó en un cultivo manual que necesitaba de entre siete y ocho controles para obtener resultados positivos y poder ofrecerlo en el mercado textil, detalló Borja.
Mecanización de la cosecha
La alternativa fue la mecanización de la cosecha en superficies planas por lo que los productores solicitaron apoyo a Brasil, pero el proyecto no prosperó, y los campos ahora son sembríos de maíz, pero que en estos momentos también están viviendo una etapa similar de lo que ocurrió con algodón debido al elevado costo de la mano de obra.
Solo para el sembrío, la fertilización, el control de malezas, enfermedades, hongos, y la cosecha se supera los 800 dólares. “Estos altos costos es lo que mata al pequeño y mediano agricultor”, puntualizó el presidente de Funalgodón.
Sin embargo, los productores de algodón no pierden la esperanza y analizan otras alternativas y apoyo que se podrían obtener de la China o incluso de la India para volver a sembrar este producto en el Ecuador.
Solo pequeñas familias se dedican a sembrar entre una y dos hectáreas de algodón que se cosechan a partir de septiembre.
Pero esta producción no alcanza, ni siquiera mil toneladas de algodón para una industria que demanda entre diez mil y 12 mil toneladas al año. A la industria le representa un problema adquirir el producto en pocas cantidades.
Requerimiento de algodón de la industria textil
¿Cuál es el requerimiento de algodón de la industria textil del Ecuador, y cuánto se importa? Según estimaciones de Funalgodón, la industria requiere alrededor de diez mil toneladas al año para hilar, y otras diez mil de poliéster.
Además de la problemática de la cosecha de algodón, la moda también ha ido cambiando; ahora no se hila ciento por ciento con algodón, sino que también se usa poliéster.
Los blue jeans fueron uno de los productos estrellas de algodón; las sábanas tampoco son elaboradas con el 10% de algodón. Las empresas han optado por importar hilo desde Pakistán.
Algodones transgénicos
En comparación con países como Colombia, Perú y Brasil, los productores nacionales no pueden sembrar algodón transgénico por la cuanto la Constitución de 2008, aprobada en Montecristi (Manabí), lo prohibió. Esta es otra debilidad para el sector a pesar de que el 99% del algodón que se siembra en el mundo es transgénico.
Para Esteban Borja, este es un contrasentido porque para la elaboración del alimento balanceado se importa soya y maíz transgénicos.
En el país se cultivan alrededor de 30 mil hectáreas de soya que pasan por un proceso para extraer el aceite. De este producto se importan alrededor de 700 mil toneladas de torta de soya.
Por la dificultad de sembrar algodón, los productores analizan la alternativa del cultivo de cáñamo para la industria textil pues su cultivo no necesita más de 400 litros de agua, por ser un cultivo más rústico y sostenible que se siembra en zonas áridas. Su fibra tiene uso industrial.
Aseguró que, en varios países de Europa ya se comercializa prendas de vestir elaboradas con cáñamo (tallo del cannabis).
Cultivo de algodón requiere apoyo estatal
Según cifras oficiales de la FAO, durante 2019 Ecuador produjo menos de 456 toneladas de algodón; hace 30 años la cifra se elevaba por encima de las 34 mil toneladas. El cultivo del algodón en el Ecuador es crítico y no tiene el respaldo del Estado. “Es un rubro desamparado y se dice que está desapareciendo”.
Así se expresó Whimper Rodríguez, técnico de campo del proyecto Más Algodón, liderado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), del que participan países como Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay y Brasil.
Rodríguez se incorporó al proyecto en 2018 con el propósito de rescatar el cultivo que estaba a punto de ser abandonado por los agricultores.
El primer paso para reactivar las áreas cultivadas, fue dotar a los agricultores de capacitación en el empleo de nuevas alternativas ecológicas para una producción sostenible, y reducir el empleo de productos químicos y de plaguicidas.
Anteriormente los agricultores aplicaban fungicidas en el sembrío, cada cuatro días durante todo el periodo de cultivo. Pero con la llegada y las sugerencias del proyecto Más Algodón, la técnica aplicada tradicionalmente por los jornaleros, cambió.
Desde 2020, para cuidar el ambiente y el sembrío, se utilizan trampas ecológicas de colores, y se capacita a los agricultores sobre la preparación de productos orgánicos.
La respuesta de los productores fue positiva porque la reducción de químicos no solo beneficia a la economía del agricultor, sino al ambiente y a la salud porque además se evita intoxicaciones.
Rodríguez aseveró que de 19 o 22 aplicaciones con químicos que antiguamente se utilizaban en los cultivos, con el proyecto ecológico impulsado por Más Algodón, estas se redujeron a 6 y 7. El técnico aseguró que incluso, en los suelos donde se siembra algodón, también se puede cultivar maíz o maní.
Pocas hectáreas de algodón
Según el técnico del proyecto, en la actualidad solo existen 38 hectáreas de algodón sembradas en Pedro Carbo (Guayas) y Tosagua (Manabí).
Hizo un llamado al Gobierno a generar más apoyos a este sector como ocurre en otros países de la región que sí tienen respaldo estatal. “En otros países se protege, se subsidia este cultivo, y no existen intermediarios”.
En el Ecuador tampoco existe una máquina desmotadora de algodón que se encargue de separar la fibra de la semilla del algodón. La fibra se entrega a las textileras encargadas de elaborar hilo, tela, etc.
Hace varios años, La Fabril, empresa privada asentada en Manta, tuvo una desmotadora para procesar hasta 400 quintales, entre cinco y seis horas. La Fabril cerró sus puertas en 2020 tras la pandemia.
Para evitar que los agricultores se queden sin su sustento, el proyecto Más Algodón de la FAO, gestionó a través de la Agencia de Cooperación Brasileña una mini desmotadora.
El equipo está en Tosagua (Manabí) pero solo tiene capacidad para desmotar tres quintales al día. Rodríguez dijo que la solución, para evitar que el cultivo se pierda, es que el Gobierno adquiriera una desmotadora para Manabí, y otra para Guayas.