“Es una metodología para la aplicación de las vacunas, que garantiza eficiencia en la administración de las dosis y permite a las plantas de incubación un proceso ágil en el tratamiento de los animales antes de enviarlos a las granjas para su crecimiento”.
Así lo explicó Tarcisio Villalobos, invitado de la empresa ZOETIS, respecto a la actualización en vacunación in ovo, que se realiza dentro de un huevo embrionado, de dos a tres días, antes del nacimiento de los pollos.
“En términos de avance tecnológico, se demostró que un embrión era capaz de desarrollar una respuesta inmune protectora contra la enfermedad. Luego de paso, el siguiente reto fue crear un dispositivo para aplicar la vacuna de forma masiva. Pasaron entre ocho y nueve años de investigación y desarrollo en ingeniería y biología, para construir un equipo que satisfaga la necesidad del cliente”, explicó Villalobos.
Cuando se logró el objetivo, las repercusiones fueron inmediatas. Disminuyó la mano de obra porque se introdujo la automatización y la transferencia, con lo cual fue posible mover entre 40 mil o 60 mil huevos. Se crearon dispositivos robóticos, sistemas de transporte de bandejas, etc. para obviar el ‘cuello de botella’, que era la vacunación de los pollitos.
En los últimos diez años se descubrió que la vacunación in ovo permitió mejorar el sistema inmune del ave y la diferencia celular de linfocitos fue significativa.
La vacuna es segura para el embrión, aunque la inversión es alta. Para justificar el gasto, se requiere vacunar a más de dos millones de pollitos, aproximadamente; que la vacuna tenga licencia y que controle las enfermedades específicas que el productor necesita.
Igualmente, las medidas de bioseguridad son fundamentales. Una planta de incubación tiene dos tipos de patógenos (en el aire y una comunidad de bacterias en superficies húmedas). Los sistemas de ventilación deben estar controlados y limpios, así como cada equipo y lugar donde estén huevos y los pollitos. “No podemos -enfatizó- enviar aves enfermas a las granjas”.
Aumenta el uso de proteasas por su efectividad
Marcelo Hidalgo, invitado de la empresa DSM Nutritional Products, expuso sobre las oportunidades para obtener mayor rentabilidad en el negocio avícola. “Hay muchas formas y una de las más rápidas es aplicar enzimas de distintos tipos en la formulación del alimento. El logro depende del empleo adecuado, con lo que se reduce los costos de la producción avícola sin interferir en el desempeño zootécnico”.
La suplementación con proteasas en las dietas de pollos, aumenta el valor nutricional de una gran variedad de proteínas, así como su digestibilidad, complementando la actividad de las enzimas digestivas, como la pepsina, tripsina y otras proteasas pancreáticas.
Las enzimas se obtienen de microorganismos (bacterias, hongos o levaduras) seleccionados por screening y, posteriormente, cultivados por fermentación. Las proteasas están disponibles en el mercado desde hace 15 años, aproximadamente, pero en los últimos tres años aumentó la demanda por el costo y por su efectividad. Incluso, están apareciendo nuevas generaciones con mayor rentabilidad, detalló Hidalgo.
La mezcla con sustancias adicionales se convirtió en una práctica utilizada por los productores, debido al incremento de los precios de la materia prima (maíz, soya, aceite, etc.) en los mercados internacionales.
Las enzimas funcionan para pollos de carne, para ponedoras y para otras especies. Rompen los enlaces que unen los aminoácidos de las proteínas facilitando la digestión. Se considera un potenciador del sabor y estabilizador. Se encuentran distribuidas ampliamente en animales, plantas y microorganismos. Tienen gran importancia comercial, debido a que ocupan el mayor porcentaje de ventas en el mercado mundial de enzimas.
Hidalgo recalcó que “para los siguientes años espero que sigan produciendo enzimas más concentradas, para aprovechar al máximo las dietas de los animales”.