Jordi Combalia, invitado por la empresa VETSOLT, expuso sobre la planificación de un programa de bioseguridad en la industria avícola en época de alto desafío post-pandemia.
“Es sustancial concienciar a la gente sobre la importancia de la bioseguridad. Hablamos de que estamos enfrentando retos, producto de la pandemia de la Covid19, pero el virus nos enseñó a tomar medidas de bioseguridad”, dijo.
Precisó entre esas medidas a la limpieza, desinfección, empleo de mascarilla, fundamental en la cadena de elementos que participan en la producción avícola: desde el jefe de la granja hasta el último operario, conozcan e implementen medidas de bioseguridad para evitar enfermedades.
Entre los objetivos de la bioseguridad constan: prevenir patologías en los animales que se pueden transmitir a los seres humanos; contaminación de los alimentos y reducción de antibióticos. Años atrás, el descubrimiento y empleo de antibióticos fue uno de los grandes avances médicos; sin embargo, el abuso ha generado resistencia, tanto en los animales como en los seres humanos.
A partir de las consecuencias de la aplicación de antibióticos, ahora se trabaja más en el tema de seguridad, para emplear probióticos, por ejemplo.
Los antibióticos también se utilizaban como promotores de crecimiento, pero actualmente, las aves tienen una genética más resistente a las enfermedades y se desarrollan mejor, explicó Combalia.
Los especialistas en bioseguridad determinan varios puntos: evitar que los factores externos ingresen a las granjas; un programa de vacío sanitario, establecer protocolos de limpieza y desinfección; buen manejo y control de plagas, así como un correcto tratamiento del agua.
“El líquido vital es el elemento que más ingresa a las granjas, pero no se le presta atención. Algunos productores consideran que colocar cloro es suficiente, pero no es así. El agua debe recibir un tratamiento especial conforme a sus características”, recomendó.
Además, citó que, para una buena explotación avícola, se debe tener personal capacitado en todas las áreas. Esto representa el 60% de éxito en el manejo de la granja.
Control oportuno de plagas
Plagas, vectores, enfermedades y su control, fue el tema que abordó Enrique Fernández, invitado de Bioplagen y TADEC. “La presencia de plagas representa un gran desafío sanitario para la producción avícola no solo porque son vectores, sino porque su establecimiento dentro de las instalaciones constituye un reservorio”, refirió.
Entre las enfermedades más comunes están: Escherichia coli, Salmonellosis, Pullorosis, Tifoidea aviar, infecciones paratíficas, Cólera aviar, Newcastle, entre otras.
La presencia de estas patologías afecta el rendimiento de las aves: bajos pesos, menos huevos, presencia de moscas, malestar entre los trabajadores y deterioro de las instalaciones.
Fernández precisó que la mayoría de plagas se reproduce en la humedad y en la materia orgánica, principalmente, por eso se debe prevenir, antes de perder el control del problema para evitar pérdidas económicas y la proliferación de plagas. Lo ideal es un enfoque preventivo antes del verano”, puntualizó el expositor.
Dentro de los programas de bioseguridad mencionó: limpieza, desinfección integral de las instalaciones, del personal, manejo de equipos, etc.
A criterio de Fernández, los protocolos se aplican dependiendo de las camas de las aves, pero lo aconsejable es hacerlo de manera rápida antes de que las plagas de propaguen. Si se maneja de esta manera los resultados son positivos. “Siempre se puede mejorar en los protocolos de seguridad y es obligatorio hacerlo en cualquier latitud del mundo”.
En determinadas granjas, la bioseguridad queda en segundo plano porque no se observan resultados inmediatos, pero es un tema primordial. Incluso, se debe reforzar las medidas preventivas. Utilizar insecticidas, agua y detergente para limpiar cada espacio antes de que ingresen los animales.
Asimismo, se debe poner énfasis en el cuidado de la alimentación, porque los roedores contaminan el balanceado. “Afortunadamente, tenemos diversas herramientas de control, para impedir que el alimento contaminado llegue a las aves y después al consumidor final. Hay casos en que las enfermedades se pueden transmitir al ser humano”, mencionó Fernández.
También, se debe adecuar los estándares de manejo de las diferentes empresas y según las condiciones del lugar donde funciona la granja. Los resultados dependen de una idónea supervisión en lo referente a alimentación, temperatura, luz, etc.