Guilherme Seelent, de la empresa COBB VANTRESS, se refirió a la primera semana de vida del pollito de engorde. Precisó que para tener éxito, durante la crianza hasta el final del ciclo de vida del ave, se necesitan cuatro factores básicos: buena alimentación, agua de calidad, temperatura idónea y aire conveniente.
La granulometría en la alimentación no puede ser muy gruesa ni fina para que el ave digiera fácilmente. Generalmente debe contener un 20% de proteína y suministrarse a los pollitos hasta las ocho semanas de edad. Los comederos y bebederos ubicarse a la altura de los pollitos, ya que las aves necesitan abundante líquido porque producen poca saliva, por esto se dice que “los pollos comen, porque beben”.
Una buena producción radica en el manejo apropiado del ave durante la primera semana de vida. El pollito debe tener buena genética, recibir un óptimo manejo en la planta de incubación hasta que llegue al galpón; acceso al alimento y al agua que deben estar disponibles todo el tiempo. En los galpones necesitan temperatura adecuada, porque los pollitos no son capaces de controlar el calor corporal.
Además, una buena ventilación en los galpones permite el ingreso de oxígeno al lugar, ayuda a regular la temperatura interna, permite la movilización de aire caliente y reduce la concentración de amoniaco.
Todos estos aspectos son cruciales para lograr magníficos resultados al concluir la producción. “La primera semana es crítica, porque en esta fase se desarrolla el sistema digestivo, los órganos, el esqueleto, etc.”, precisó el conferencista.
Igualmente, las medidas de bioseguridad son básicas. Garantizar un lugar cómodo para recibir a los pollitos, desinfectar los galpones después de la salida de un lote y esperar 15 días hasta que ingresen las aves pequeñas; la cama debe estar limpia y confortable y disponer de los equipos de seguridad.
En general, el pollito debe de cuadruplicar (4.2 veces) su peso al nacer. Por ejemplo, los pollitos de 40 gramos en la primera semana deben pesar más de 160 gramos.
,Importancia de la grasa en la producción avícola
Pedro Gil Sevillano, invitado por la empresa Merchán & Fontana, se refirió a la optimización del empleo de la energía en la dieta de las aves y la salud hepática. “La energía obtenida de las grasas, principalmente las saturadas e insaturadas y la digestibilidad por parte de las aves variará con la edad. Las aves jóvenes necesitan ingredientes más saturados y conforme avanza la edad requieren una combinación de grasas, mientras que el ave adulta digiere completamente”.
Las grasas insaturadas suelen ser líquidas a temperatura ambiente y las grasas saturadas son sólidas. Las grasas insaturadas son las más beneficiosas para la salud, porque ayudan a mantener el colesterol en buen estado.
Las grasas en los piensos proporcionan energía a las aves y un mejor rendimiento, tanto en carne como en huevos. En Ecuador se emplea aceite de palma para la elaboración del alimento. No obstante, existe en el mercado otros tipos de aceite, provenientes del girasol, de oliva, soya y otros.
A criterio de Gil Sevillano, las materias alternativas a diferencia de las convencionales tienen menos precios y son aceites más ácidos, que proporcional al ave un alto valor energético.
“Dependiendo de la edad del ave, en los pollos de carne se limita el uso de grasas saturadas, para evitar un producto más graso. En cambio, las grasas insaturadas son ventajosas para los huevos.
“No existe una normativa para el empleo de grasas. La única fórmula es que la cantidad de grasa esté en función del proceso de fabricación del alimento. En piensos granulados no se puede utilizar mucha grasa porque afecta al grano, pero sí en la harina. Incluso, se puede modificar los perfiles grasos con omega 3 y se refleja en el alimento”, detalló Gil.
El sabor de la carne y del huevo está en función de la grasa utilizada. La harina de pescado es muy rica en omega, pero no es recomendada porque el olor afecta al producto, dijo el expositor, al resaltar que “es importante conocer el perfil de ácido graso en las aves, para determinar el valor energético”.