“Los agricultores no deben tener miedo de utilizar las herramientas tecnológicas como las aplicaciones nucleares, porque está demostrado que ayudan significativamente a la agricultura”, aseguró María Caridad González, investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas de Cuba.
Contó las experiencias logradas en su país con las mutaciones de variedades de tomate, arroz, soya, ajonjolí, maní, fréjol y otros productos. En el caso del arroz se logró que la producción aumente de 3,2 toneladas hasta 8 y 10 toneladas por hectárea.
“Las mutaciones siempre han existido en la naturaleza y muchas de las variedades son producto de este proceso porque vivimos en un ambiente radioactivo. Se pueden provocar mutaciones buenas y malas, pero el ser humano debe escoger lo productivo y desechar lo negativo en los cultivos. Buscar en la planta un gen que contrarreste cualquier problema, porque los patógenos mutan con facilidad”, explicó.
Cuando existe una enfermedad que ataca a un cultivo es difícil utilizar métodos tradicionales para terminar con el problema, pero si se emplean estos cambios genéticos, que sean resistentes, los resultados son excelentes, mencionó.
Según González, estas mutaciones tienen incidencia positiva en el consumidor porque el cambio se realiza internamente en la semilla. Las mutaciones producen modificaciones a nivel genético y al momento de sembrar se logran buenos resultados en la producción, porque la variedad resiste cualquier cambio climático y las plagas, por ejemplo.
Para tener mutaciones positivas se requieren años de investigación, pero al final se obtienen variedades más productivas en suelos con alto contenido alcalino, falta de agua y altas o bajas temperaturas. En Cuba se trabaja en barrios marginales y se siembran variedades resistentes a la sequía.
Explicó que las aplicaciones nucleares se utilizan desde hace muchos años, pero ha existido desconocimiento por parte de los agricultores, aunque ahora existe mayor uso. En el OIEA hay más de 3 mil 300 mutantes registrados oficialmente.
En Cuba hay mutantes para tomate, soya, arroz, productos de ciclo corto, etc., con rendimiento elevado. Además, con estas aplicaciones se pueden generar variaciones en la composición nutricional; es decir, que el producto tenga más contenido de proteína, grasa, hierro u otros.