El crecimiento rápido de las aves modernas es una consecuencia lógica de mejoras genéticas, nutrición, manejo y control de enfermedades.
El Instituto Nacional Avícola de México aclaró que las aves no reciben hormonas, esteroides sintéticos u otras sustancias que provoquen su rápido crecimiento, como se divulgó mediante un vídeo en redes sociales.“Desde siempre, la industria avícola de América Latina y del mundo ha trabajado en el desarrollo y la implementación de buenas prácticas de producción, que entre otros tópicos consideran prioritario el bienestar animal de las aves”, precisó.
Manifestó que la industria avícola no inyecta hormonas, esteroides sintéticos y otras sustancias a las aves (pollos), para provocar un rápido crecimiento en las mismas. “No se inyectan hormonas a los pollos porque no es necesario. El crecimiento de las aves está basado en su genética, su cuidado en la granja y su alimentación”, indicó.
Aclaró que “el video difundido no tiene una fuente del origen, por lo que contundentemente carece de veracidad. La única fuente que presenta la nota es el Tata Memorial Hospital de Mumbai, India; que es un centro médico especializado en el tratamiento de cáncer. Sin embargo, no cita ningún comunicado oficial, ni presenta alguna declaración o referencia de especialistas, así como tampoco brinda un enlace de donde pudiera haber salido la información”.
Ni en el video, ni en la nota -señaló- se aclara en qué lugar (país, ciudad, localidad, planta de proceso, etc.) constan esta supuesta práctica, e indicó que es importante considerar que el documento en cuestión está elaborado especialmente para generar incertidumbre y dudas sobre los procesos que tiene la avicultura en la producción de alimentos. Además, el video presenta datos incorrectos con información claramente tendenciosa, que busca dañar la reputación de la industria avícola, tanto nacional como mundial.
1. Es ilegal: hay normas oficiales que prohíben el uso de hormonas y ciertas sustancias químicas en los alimentos para animales.
2. Los tiempos “no alcanzan”: el ciclo de un pollo de engorda es de 49 días, por lo tanto es imposible que una hormona tenga efecto ya que se necesitarían entre 60 a 100 días después de su aplicación para observar un incremento en el aumento en la cantidad de carne. Es absurdo suministrar una sustancia con la que los avicultores no alcanzarían a obtener el efecto deseado.
3. Sería una enorme proeza: las hormonas de crecimiento son proteínas, por lo que si estas se consumen de manera oral a través del alimento serían rápidamente digeridas de la misma forma que actúan las proteínas de la soya o el maíz. Aun cuando hubiera algún efecto positivo, necesitarían ser inyectadas por vía intravenosa a cientos de miles de aves todos los días. Llevar a cabo esto resulta un escenario logístico imposible.
4. El costo sería enorme: las hormonas de crecimiento para aves no se producen, ya que su costo sería extremadamente alto. En el caso de que se administrara un miligramo a cada pollo de engorda, el costo sería tan alto que superaría el precio mismo del ave, lo cual no tendría ningún sentido desde el punto de vista comercial.
5. Contraproducente: la selección genética permite que los pollos de engorda vivan al límite de su potencial fisiológico, por lo que en ocasiones es recomendable restringir su alimentación a fin de reducir la velocidad de su crecimiento. Si reciben un estímulo hormonal extra para acelerar su desarrollo, aumentaría su mortalidad.
6. El empleo de esteroides anabólicos para aumentar la masa muscular en los pollos es inútil. Para que tengan efecto, las aves tendrían que estar sometidas a un entrenamiento físico (como los atletas que utilizan estas sustancias). Los pollos no han volado en los últimos miles de años, lo que significa que la ausencia de ejercicio cancela cualquier beneficio de estas sustancias.
7. No son necesarias: es muy fácil explicar el rápido crecimiento de los pollos sin tener que recurrir a las hormonas. El reto para los productores avícolas es proveer alimento de alta calidad (proteínas, vitaminas, minerales, etc.) y un ambiente saludable para alcanzar el prodigioso potencial genético de los pollos.